jueves, 2 de marzo de 2017

Aquellos maravillosos cuentos

Los alumnos y alumnas de 1º de ESO vuelven a ofrecernos sus particulares versiones de cuentos populares o tradicionales, aquellos que conocemos de nuestra infancia, tantas veces contados por nuestros mayores o leídos antes de dormirnos. Los vamos a ir publicando poco a poco según nos los vayan enviando. ¿No tenéis curiosidad? Seguro que muchos os van a sorprender.





La anciana y los niños (Hänsel y Gretel)

Hace unos años vivía yo en una preciosa casa hecha de dulces, perdida en medio del bosque. Pese a vivir en una casa como la mía, odio las chucherías.

Un día, escuché que alguien se acercaba a mi casa. Fui hacia la puerta y vi a un niño y una niña que… ¡se estaban comiendo mi casa! Aun así, intenté mostrarme amable y les invité a pasar. Hacía mucho tiempo que no veía a nadie.

Les preparé una cena y les ofrecí una cama. Pero, para mi sorpresa, cuando estaba sentada en la habitación de al lado, escuché a los niños gritar, mientras toda la casa temblaba. Les vi saltando en la cama, dando golpes a la pared con las almohadas.

- Niños, ¿qué hacéis?

- Cállate, vieja estúpida, ¿no ves que estamos jugando? – me contestaron.

- ¿Os he acogido y así me lo agradecéis? ¡Ya veréis mañana!

Me di la vuelta para salir, pero los niños seguían saltando. Decidí dejarlos, ya les regañaría por la mañana. Les pondría a hacer tareas para que así pudiera descansar antes.

Pero al día siguiente, cuando les ordené limpiar los fogones y parecía que se ponían a trabajar, ¡empezaron a destrozar mi cocina! Volaban sartenes, cazos y cucharas cuando me harté y cogí al pequeño (Hänsel, creo que se llamaba) y le encerré en mi establo, como castigo. Quizás separados alborotaban menos. Pero me equivocaba. Los gritos no cesaban y el ruido cada vez era más fuerte.

Tras unos cuantos días decidí sacarle de allí para echarles de mi casa.  Pero cuando le solté, fueron juntos a abrir el horno para encerrarme allí, y luego escaparse.


Después de ese incidente, tuve que mudarme y hacer mi propia casa con lo que encontré por el bosque, por si venían a buscarme. Yo nunca quise comerme a ninguno de ellos, pero esa era su versión de la historia, y nadie va a creer a una anciana con aspecto de bruja.

ANA SUÁREZ, 1ºAB



LA CASA DE LAS GOLOSINAS

Érase una vez dos niños huérfanos, Hansel y Gretel, a los que sus padres, muy pobres, no les habían dejado nada, salvo la cabaña en la que vivían.

Cuando terminaron los pocos recursos que poseían, se marcharon en busca de algún lugar donde les acogieran. Atravesando un bosque, encuentran una enorme y hermosa casa, adornada por toda clase de chocolates, regalices, caramelos, bombones… Los niños al verla, sin dudarlo un minuto, picaron a la puerta para pedir comida y alojamiento. Del interior salió una anciana, alta, delgada, vestida con harapos sucios  y con un gato en sus brazos. Los niños al verla se asustaron y salieron corriendo. Pero por la noche no se resistieron y volvieron a la casa para poder comer alguno de aquellos dulces. Sin darse cuenta hicieron un agujero en la pared por el que accedieron a una enorme cocina.

Durante un tiempo, los hermanos robaron comida para poder sobrevivir, hasta que una noche la anciana los descubrió y envenenó la comida. Esa noche, Gretel no se encontraba bien y no se comió los pastelillos que estaban envenenados y su hermano se los comió todos.

Al día siguiente Gretel, viendo lo enfermo que estaba su hermano, decidió llevarlo al pueblo para que lo viera el médico. Hansel no sobrevivió y Gretel decidió no volver a la casa de las golosinas.


                               Alejandro de las Heras García


LOS DOS CERDITOS


Érase una vez, tres hermanos muy pero que muy malvados. Ellos eran temidos por el pueblo, eran los tres cerditos. El cerdito mayor, Práctico, y su hermano mediano, Violinista eran los más chungos, después estaba su hermano pequeño, Flautista, al que solo le temían cundo estaba con sus hermanos, que estaba pocas veces porque ellos no le apreciaban.

Los cerditos mayores eran unos chulos, se burlaban de todo el mundo, unos sinvergüenzas. Ellos iban al instituto porque habían repetido muchos cursos. Se burlaban mucho de una persona, era un íntimo amigo de Flautista, el lobo “FEROZ”. Siempre le estaban insultando, hasta que un día se hartó. Él y Flautista fueron a casa de los cerditos. Les apagaron la luz, les abrieron el agua por un rato, les sacaron toda la ropa del armario y se marcharon. 

A la mañana siguiente se despertaron empapados y tuvieron que salir a la calle en ropa interior. Desde aquel día a nadie le cayeron bien, estuvieron solos, eran “LOS CERDITOS SOLITARIOS, LOS DOS CERDITOS SOLITARIOS”.

ALICIA CURRÁS, 1º C


 HANSEL Y GRETEL      

 Érase una vez una joven brujita que vivía en una casa de golosinas en un bosque muy profundo. La solían visitar brujos y brujas para practicar hechizos con diferentes patos y animales en general.

Una vez vinieron unos niños encantadores llamados Hansel y Gretel. Vestían de forma humilde y vivían con el padre. Ellos le dijeron a la bruja:

-Nos das un poco de comida?

A lo cual ella contestó:

-Por supuesto!

 Entraron todos a la casa y de repente los dos niños empezaron a golpear a la bruja con todo lo que tenían a su alcance: relojes, mesas... La bruja se desmayó. 

Los jovencitos con pinta angelical guardaron a la bruja en el sótano. Tras unas 6 horas volvió en sí la bruja. Escuchaba ruidos días y noches, eternamente, de la planta superior. 

Ya era martes y tocaba hacer magia con otros brujos y brujas. Picaron a la puerta y salió de la casa un señor con aspecto pobre y sucio. Los brujos, al saber lo de la bruja, la socorrieron y expulsaron al misterioso hombre y a los dos chicos. 

Desde entonces, la casa de la bruja siempre fue el objetivo de mucha gente mala y despiadada. La comían poco a poco para que quedase sin casa la bruja.

MARIO SÁNCHEZ, 1º AB



Los tres cerditos más molestos


Érase una vez tres cerditos que iban molestando a toda la gente que se encontraban. Una vez molestaron tanto al alcalde de un pueblo, que tuvo que contratar a un lobo que negociase con ellos.
El lobo les dijo a los cerditos que les iba a regalar algo que ellos quisieran, pero tenían que dejar de molestar a la gente de ese país. Los cerditos dijeron que sí.
-¿Qué queréis? -dijo el lobo.
-Una casa de lujo -dijo el más pequeño de lo cerditos.
-Yo quiero un edificio entero para mí solo -dijo el mediano.
-Y yo quiero en rascacielos de doscientas plantas de alto con un búnker incluido -dijo el mayor.
El lobo aceptó y en menos de un mes tenía cada cerdito su edificio.
Los cerditos estuvieron calmados durante dos meses, y cuando se acabaron esos meses volvieron a molestar a la gente.
Entonces el alcalde llamó al lobo y le dijo:
-¡NO TE HABÍA DICHO QUE TE ENCARGARAS DE ELLOS! -gritó el alcalde.
Entonces el lobo empezó a destruir las casa de los cerditos. Cuando llegó a la última casa y se dio cuenta de que tenía un búnker, lo que hizo el lobo fue taparlo para que no salieran los cerditos.

Y así el pueblo quedó feliz para siempre.

JORGE BLANCO, 1º AB



Hansel y Gretel y la casita de azúcar

Había una vez una familia muy rica,demasiado rica, que vivía en un pueblo muy chiquitito, con casitas muy pequeñas construidas con los troncos de los árboles de un bosque que había al lado de aquel pueblecito, pero la de la familia era una mansión de una sola planta que se veía a un kilómetro de distancia con 6 metros de altura. Tenían unos jardines enormes, una puerta gigantesca…

Aquella familia estaba formada por 4 personas: el padre, la madre y los dos hijos, llamados Hansel y Gretel.

Cuando los niños cumplieron los 10 años tenían más riqueza de la que uno en su vida vería. Pero eso los llevó a convertirse en niños muy avariciosos. Así que un día, cuando los padres estaban tan cansados que no se daban cuenta de nada, decidieron escaparse al bosque con todas las riquezas de sus padres.

Cuando ya llevaban unas 2 horas caminando, vieron a lo lejos una casita hecha de azúcar y chocolate. Tenía las paredes de azúcar, la chimenea y la puerta de chocolate con almendras, el humo que salía de la chimenea era algodón de azúcar, el jardín era de un mar de Lacasitos de colores, mientras que el camino era de conguitos y las paredes estaban decoradas con azúcar de diferentes formas y colores.

Del hambre que tenían empezaron a comérsela. De repente apareció una bruja con una cara verde como la hierba, una nariz como la de las películas toda llena de verrugas verdes y gigantes y el final muy puntiagudo.

Aquella espeluznante bruja les dijo:

- ¡Qué hacéis comiéndoos mi casita, niños estúpidos! -dijo la bruja con cara de señora mayor enfadada, es decir, que no se le notaba por las arrugas- ¡He tardado 4 años en construirla y recolectar los dulces!

Mientras tanto los niños se comían la casa y no le prestaban atención a la bruja. De repente Gretel le prestó atención y dijo:

- ¿Cómo qué estúpidos? Somos niños ricos, tenemos más fortuna que tú veras en tu vida 
-dijo toda indignada-. Encima soy mucho más guapa que tú, bruja.

La bruja se enfadó tanto que cogió a Hansel y Gretel y los encerró en una cárcel con bastones de caramelos. Al ser de bastones los niños se los empezaron a comer. Así estuvieron 2 días y como la bruja no ganaba para bastones les dijo:

- ¡Ya está Bien! ¡Volvéis a vuestra casa! -dijo muy cabreada- ¡No gano para bastones de caramelo!
-Nooo –dijeron al unísono los chicos, haremos todo lo que quieras menos ir a casa -dijo Hansel.
- ¿Ah, sí?, ¿todo lo que quiera? –dijo con una sonrisa malvada.
- Síii -volvieron a decir-, todo lo que quieras.
-Vale, pero acordaos que es lo que quiera –dijo la bruja.

Desde entonces a Hansel y a Gretel no se les volvió a ver por el pueblo, aunque los padres los buscaron, no los encontraron. Y la casa de azúcar nunca se volvió a ver.

Se dice que se quedaron limpiando la casa y atendiendo a la bruja desde que se quedaron allí.

LUCÍA FERNÁNDEZ, 1º C



HANSEL, GRETTEL Y NICOLÁS

            Había una vez una familia que vivía en una casa de campo. Estaba formada por un padre, una madre y sus tres hijos: dos gemelos, una niña llamada Grettel y un niño llamado Hansel y otro hijo más pequeño llamado Nicolás.
        Un día en que los padres estaban desesperados, decidieron abandonarlos en el bosque. Los niños estaban tiritando y fueron a buscar donde refugiarse. Anduvieron bastante y encontraron una casa hecha de dulces. Al principio creían que era un sueño, hasta que Hansel fue a darle un mordisco y de verdad sabía dulce. 
           Entraron a la casa y estuvieron allí un rato, comiendo sin parar hasta empacharse. De repente oyeron unos ruidos que venían de la puerta. Corrieron a esconderse tan rápido como pudieron. Cuando la vieron, no se lo podían creer, ¡era una bruja! 
        La bruja entró y sospechó algo al ver que todo estaba mordisqueado. Miró a su alrededor y vio al hermano más pequeño, Nicolás, lo cogió y lo iba a meter al horno cuando sus hermanos salieron corriendo de sus escondites. Querían salvarlo, pero desgraciadamente era demasiado tarde, la bruja ya lo había metido en el horno a máxima potencia y vieron a su hermano quemarse.
            Los dos lloraron y de la rabia sacaron fuerzas para matar a la bruja con un cuchillo y  así vengar a su hermano pequeño. Recogieron las cenizas de su hermano y fueron a un lago al que Nicolás le gustaba mucho ir, y allí las dejaron.


        ALBA LARA ROBLEDO, 1º C




LA MANZANA ROJA

Hace tiempo, mucho tiempo, existía una chica que se llamaba Blancanieves, aunque en algunas ocasiones la llamaban Niebla. Blancanieves tenía 16 años. Aquella muchacha tenía un pelo hermoso, pero en su casa, por obligaciones, lo tenía que llevar siempre recogido, algo que, cuando fuera adulta,  dejaría de hacer. Siempre vestía con cosas sencillas, con sencillas quiero decir algo normal o típico.

Un día Blancanieves se enteró de una gran noticia, grande para sus padres, ya que ella era un poco diferente. Aquella noticia decía: “En este concurso entrarás para participar y tus mejores galas enseñar para reina lograr ser”.

Aquella nota lo decía todo para sus padres ya que vivían en la pobreza, pero Blancanieves no opinaba lo mismo, pensaba que era algo pijo.

Pasaron los meses y llegó el día del concurso, allí se encontraban todo tipo de chicas, de hermosas a no muy feas, pero el jurado era muy estricto. 

Todas las chicas habían desfilado, hablado, incluso bailaron de la emoción cuando terminaron las pruebas, pero faltaba Blancanieves. Subió al escenario del castillo con un vestido muy peculiar ya que estaba hecho a mano y no era largo ni de colores típicos de princesas, sino que era negro y blanco como su piel y sus ojos. Los siete enanitos formaban el jurado, se quedaron impresionados con ese vestido que nunca vieron en una joven que quería ser princesa, desfiló, habló ante el jurado y bajó con mucha seguridad,  pues había logrado algo que nadie pudo.

Era un momento decisivo ya que el jurado había llamado a las concursantes para decir cuál era la futura princesa. Antes de decirlo explicaron por qué querían escoger a una princesa de esta manera y la razón era simple: la reina y el cazador tuvieron un hijo, pero ellos no tenían a nadie para que se casara con él. La reina, dolida, escuchó que en otro pueblo buscaban a un hombre joven para desposar a su hija pero no le dio tiempo porque él ya se había casado.

Aquella razón del porqué del concurso les llegó al corazón a todas, a todas menos a Blancanieves que no prestó mucha atención a la explicación.

En el momento de tensión Gruñón dijo: “La princesa del príncipe Jashon será…BLANCANIEVES”
Ella se quedó asombrada porque pensaba que no lo lograría. Al día siguiente la trasladaron al castillo donde la esperaba su futuro marido.

Él era alto, moreno, con ojos azules, el sueño de toda chica. Habló con los reyes y con Jashon. Allí todo era tranquilo, normal, o sea, como en un castillo normal, hasta que llegó el día de su boda.

Todo fue rapidísimo, la comida, la vestimenta, los preparativos..., pero ni Jashon ni Blancanieves estaban preparados, mas veían esta algo precipitado. Cuando llegó la hora de las doce, los mayordomos dieron la señal de alarma porque los dos jóvenes se dieron a la fuga. 

Ellos se habían fugado a una casa lejana y pacífica, pero un día que Blancanieves dormía un duende la envenenó. Jashon, llorando, juró venganza guardando el corazón de Blancanieves en una caja de oro y cristal.



    NAYARA GONZÁLEZ TORRES,  1ºC



Los cerditos mal pensados


            Érase una vez unos hermanos cerditos. A estos les gustaba mucho construir cosas y también les gustaba jugar. Cuando se hicieron mayores cada uno se construyó una casa a su gusto.

            El primer cerdito se hizo la casa de algodón y siempre que había viento se derrumbaba. El segundo cerdito se la hizo de goma; esta era más resistente, pero si había una tormenta también se caía. El último y más listo cerdito se la hizo de cemento; esta nunca caía. 

           Una vez pasaba un lobo por allí que les iba a hacer un regalo: una tarta de chocolate en forma de bomba.
           
            Los tres pensaron que iba a explotar y empezaron a pegarle y a insultarle. Pobre lobo, nunca más se acercó por allí. 

            El lobo, después de mucho tiempo, volvió a pasar por allí. Esta vez no fue para regalarles nada, fue para pedirles perdón. Los cerditos no le abrieron la puerta, porque pensaron que era para lo mismo.

            Al final se pidieron perdón todos y quedaron jugando a las cartas.

MOISÉS OURENS, 1º AB



LOS CERDITOS MALVADOS

Había una vez en un bosque muy lejos, a las afueras de España, un lobo y 3 cerditos. Había un cerdito bebé, otro mediano y el otro un año mas grande.

La madre,cuando ellos eran pequeños, les contaba historias de un lobo que era malvado y ellos querían conquistarlo.

Cuando ellos se hicieron mayores,se independizaron y los dos más pequeños vivían juntos, excepto el mayor, que no quería saber nada de ellos. Pero todos los hermanos querían matar a ese lobo, entonces los dos más pequeños se encontraron al grande, que también estaba buscando al lobo,  y corrieron y se dieron un abrazo.


Luego encontraron una cueva, y allí estaba el lobo. Ellos pensaban que los iba a matar, pero él solo quería jugar con ellos, porque ese no era el lobo malo, y lo mataron.

PAULA FRESCO, 1ºC

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