MI FAMILIA
Os voy a hablar un poco de mi familia y
vamos a empezar por mi padre.
Mi
padre, Jose Carlos Currás, nació en un pueblo de Pontevedra, Galicia, llamado
Moaña. Nació en una familia obrera, que luego explicaremos. Mi padre siempre
hizo remo, en su pueblo. Un día estaban entrenando, hacía mal tiempo y el agua
estaba turbia. La embarcación se les llenó de agua y se hundió, estuvieron en
el agua una media hora, que estaba fría porque era invierno, esperando a que
fueran rescatados; ahí no se rompió nada de milagro, porque es muy dado a eso.
Se ha roto un dedo, la rodilla, el tabique nasal y la clavícula. Os voy a
contar cuando se rompió el dedo. Un año fueron a descender el cañón del río
Droba. Mi padre, al poco de comenzar el descenso, se cayó en una roca y se
rompió un dedo. Pero como no se podía dar la vuelta, continuó con el dedo roto.
En el grupo hubo otros percances que les retrasaron la marcha, tanto que se
hizo de noche y tuvieron que pasarla durmiendo sobre unas piedras.
Ahora
os voy a hablar un poco sobre mi madre, que parece que la tengo abandonado, de
tanto hablar de mi padre. Ella, Ana Giménez, nació en Zaragoza y también nació
en una familia obrera.
A
mi madre cuando era pequeñita le encantaba la fruta, así que, cuando mi yaya se
despistaba, iba a la basura a coger las peladuras para comérselas.
Ella
llegó a Avilés con 26 años, a trabajar, pero viajaba mucho a ver a sus padres.
Estaba tan acostumbrada a viajar en el tren que iban a recogerla en una estación
anterior a la de Zaragoza, estaba dormida y cuando pasaron la estación se
despertó y vio a sus padres por la ventanilla mientras el tren se iba. Al
llegar a Zaragoza, el jefe de estación llamó al de la otra estación para
llevarla de vuelta, se puso a leer, estaba entretenida y se volvió a pasar y
mis yayos la tuvieron que ir a buscar en coche.
Mis
padres se conocieron en su trabajo, se vieron los dos aquí y se conocieron.
Después de unos años se casaron y tuvieron a mi hermano y dos años después a
mí.
Mi
hermano, Jaime Currás, nació en Avilés el 11 de febrero de 2002, eso quiere
decir que es mayor que yo. Mi hermano y yo nos peleamos todos los días, nos
pegamos, pero, al fin y al cabo lo quiero un poco. Él hace balonmano, es
portero y juega en el “Bosco”, estuvo en la preseleccionado para la Asturiana,
pero en el último corte lo quitaron.
Mi
hermano, de pequeño, era muy travieso, al contrario que yo. Se daba cabezazos
con la silla en la comida, se escondía cuando se querían ir. También es muy
despistado, se deja la merienda olvidada, la chaqueta, los libros... En fin, es
mi hermano.
Mis
primos, Raúl y Diego Giménez, ellos son de Zaragoza, tienen solo un año más que
yo, y me llevo muy bien con ellos. Los quiero mucho aunque solo los vea en
invierno y verano; por eso nos vamos de vacaciones con ellos, y con mis tíos,
por supuesto.
Ahora
toca hablar sobre mis a yayos y abuelos. Mis yayos viven en Zaragoza, son muy
viejitos, y casi no viajan, por eso también los veo menos. A mis abuelos los
veo más por el tema de la distancia, al igual que a mis tíos que viven en
Moaña, con los que me lo paso genial.
Alicia Currás Giménez, 1º ESO C
MI PRIMER DÍA EN EL COLEGIO
La verdad es que no me acuerdo de nada de mi primer día, y
mis padres tampoco. De lo poco que me acuerdo es de que era de la clase de los
ositos, que era mandilón rojo y que el primer día lloré.
Una anécdota que me contaron mis
padres era que el primer día se marcharon muy tristes porque me había quedado
llorando. Al volver, la cuidadora les contó que a los quince segundos ya estaba
jugando y corriendo.
Otra anécdota
que me contaron mis padres fue que un día mi madre venía supercontenta porque
venía a recogerme al comedor, y en cuanto la vi, dijo que salí corriendo en
otra dirección.
Otra más que me
contaron (espero no aburriros) fue que el fin de semana había tirado el chupo
al río para los peces ``pequeñines´´. Entonces mis padres fueron a contar al
colegio que ya no me dieran el chupo a la hora de la siesta porque ya lo había
tirado al río. ¡Pues les dijeron que ya no lo chupaba desde hacía un mes!
La verdad es
que no se acuerdan de nada más, pero yo creo que con esto ya os haréis una
idea de mis primeros días en el colegio.
¡Ah! Se me
olvidó decir que los días que estaba cansado me dormía en el comedor y, cuando
me despertaba, tenía la cara llena de la comida del plato.
Pelayo Pérez Cueto, 1º ESO A
Mi Escaparate Favorito
Este mismo verano, sí, en 2016, vi la tienda… Una tienda especial, exclusivamente en una especialidad: Videojuegos. Os diré cómo empezó, en una calurosa rade cuando fui a ‘La Feria De Muestras’, en Gijón.
El viaje a Gijón fue tranquilo, pero cuando fuimos… Había tanta gente que casi no podíamos hablar. Había coches exóticos, motos, quesos, pañuelos, hierbas. ¡¡Hasta un palo de selfie más grande de lo normal!!
Pero cuando fuimos al ‘Fuerte Apache’(un sitio de tiendas), todo cambió. Había una tienda de Frikis y Anime. Había figuritas, peluches, medallas, maquetas,pines, etc. ¡¡Todo de juegos, series de televisión, comics, manga!! Lo que pasa es que era todo muy caro. Pero no me pude resistir y me compré una figura de un personaje de 30$. Mereció la pena.
Mario Sánchez Estévez, 1ºB ESO
Mi travesura
Os voy a contar mi peor travesura hasta el momento, la verdad es que no tenía ni idea, porque era muy pequeño y no me acordaba, hasta que mi madre me lo dijo, y la verdad que me quedé asombrado, nunca pensé que fuera capaz de hacer algo así. Lo que hice fue:
Mientras que todos los niños de la guardería comían, mi cuidadora se dejó mi silla sin abrochar, entonces me baje y las cuidadoras no estaban allí, así que encima de una mesa había un biberón lleno de agua y empecé a mojar a chorros a todos los niños y de repente salió la cuidadora y me vio mojando a un niño que estaba llorando. Pero, bueno, de aquella tenía cuatro o cinco años y ahora me sigo riendo cada vez que me lo cuentan.
Todos las cuidadoras decían que no estaba quieto un minuto y me lo siguen diciendo, pero son de estas cosas que te echan la bronca y luego te ríes de ellas, la verdad que fue toda una anécdota.
Nel González Gálvez. 1º ESO A
Mi primer día en
la escuela
Empecé al colegio con tres años, en
septiembre de 2007, en el Colegio Público ``El Quirinal´´, que sería mi colegio
durante los nueve años siguientes.
Fue uno de los días más importantes de mi vida. Me
acompañaron mi madre y mi abuela. Durante un par de semanas estuve en el
llamado ``periodo de adaptación´´. Consistía en ir dos horas al colegio para
que nos fuéramos adaptando, como su propio nombre indica. Luego ya se formó la
clase definitiva, con veinticuatro alumnos, de los cuales sólo éramos seis
niñas. Nuestro grupo era el de ``los ositos´´, y nuestra profesora Inmaculada,
con la que estuvimos hasta segundo de Primaria. Llevábamos mandilón, de color
rojo, con nuestro nombre e inicial en caso de que en clase hubiera dos alumnos
con el mismo nombre.
Durante esa época aprendimos a leer, a escribir, a sumar, a
restar, a respetar… y un montón de cosas más, además de hacer amigos que, a
pesar de haber tenido alguna que otra discusión por el camino, siguen siéndolo.
No recuerdo mucho de aquel tiempo, sólo algún que otro
detalle como cuando jugábamos todos juntos en el patio, o cuando en clase nos
sentábamos en ``equipos´´ de cuatro colores: rojo, azul, verde y amarillo.
Creo que esto es todo lo que puedo contar sobre mi etapa en
Educación Infantil, porque no recuerdo mucho más de lo que hice allí.
Ana Suárez Arango, 1º ESO A
MI FAMILIA
Os voy a hablar un poco de mi familia y
vamos a empezar por mi padre.
Mi
padre, Jose Carlos Currás, nació en un pueblo de Pontevedra, Galicia, llamado
Moaña. Nació en una familia obrera, que luego explicaremos. Mi padre siempre
hizo remo, en su pueblo. Un día estaban entrenando, hacía mal tiempo y el agua
estaba turbia. La embarcación se les llenó de agua y se hundió, estuvieron en
el agua una media hora, que estaba fría porque era invierno, esperando a que
fueran rescatados; ahí no se rompió nada de milagro, porque es muy dado a eso.
Se ha roto un dedo, la rodilla, el tabique nasal y la clavícula. Os voy a
contar cuando se rompió el dedo. Un año fueron a descender el cañón del río
Droba. Mi padre, al poco de comenzar el descenso, se cayó en una roca y se
rompió un dedo. Pero como no se podía dar la vuelta, continuó con el dedo roto.
En el grupo hubo otros percances que les retrasaron la marcha, tanto que se
hizo de noche y tuvieron que pasarla durmiendo sobre unas piedras.
Ahora
os voy a hablar un poco sobre mi madre, que parece que la tengo abandonado, de
tanto hablar de mi padre. Ella, Ana Giménez, nació en Zaragoza y también nació
en una familia obrera.
A
mi madre cuando era pequeñita le encantaba la fruta, así que, cuando mi yaya se
despistaba, iba a la basura a coger las peladuras para comérselas.
Ella
llegó a Avilés con 26 años, a trabajar, pero viajaba mucho a ver a sus padres.
Estaba tan acostumbrada a viajar en el tren que iban a recogerla en una estación
anterior a la de Zaragoza, estaba dormida y cuando pasaron la estación se
despertó y vio a sus padres por la ventanilla mientras el tren se iba. Al
llegar a Zaragoza, el jefe de estación llamó al de la otra estación para
llevarla de vuelta, se puso a leer, estaba entretenida y se volvió a pasar y
mis yayos la tuvieron que ir a buscar en coche.
Mis
padres se conocieron en su trabajo, se vieron los dos aquí y se conocieron.
Después de unos años se casaron y tuvieron a mi hermano y dos años después a
mí.
Mi
hermano, Jaime Currás, nació en Avilés el 11 de febrero de 2002, eso quiere
decir que es mayor que yo. Mi hermano y yo nos peleamos todos los días, nos
pegamos, pero, al fin y al cabo lo quiero un poco. Él hace balonmano, es
portero y juega en el “Bosco”, estuvo en la preseleccionado para la Asturiana,
pero en el último corte lo quitaron.
Mi
hermano, de pequeño, era muy travieso, al contrario que yo. Se daba cabezazos
con la silla en la comida, se escondía cuando se querían ir. También es muy
despistado, se deja la merienda olvidada, la chaqueta, los libros... En fin, es
mi hermano.
Mis
primos, Raúl y Diego Giménez, ellos son de Zaragoza, tienen solo un año más que
yo, y me llevo muy bien con ellos. Los quiero mucho aunque solo los vea en
invierno y verano; por eso nos vamos de vacaciones con ellos, y con mis tíos,
por supuesto.
Ahora
toca hablar sobre mis a yayos y abuelos. Mis yayos viven en Zaragoza, son muy
viejitos, y casi no viajan, por eso también los veo menos. A mis abuelos los
veo más por el tema de la distancia, al igual que a mis tíos que viven en
Moaña, con los que me lo paso genial.
Alicia Currás Giménez, 1º ESO C
MI PRIMER DÍA EN EL COLEGIO
La verdad es que no me acuerdo de nada de mi primer día, y
mis padres tampoco. De lo poco que me acuerdo es de que era de la clase de los
ositos, que era mandilón rojo y que el primer día lloré.
Una anécdota que me contaron mis
padres era que el primer día se marcharon muy tristes porque me había quedado
llorando. Al volver, la cuidadora les contó que a los quince segundos ya estaba
jugando y corriendo.
Otra anécdota
que me contaron mis padres fue que un día mi madre venía supercontenta porque
venía a recogerme al comedor, y en cuanto la vi, dijo que salí corriendo en
otra dirección.
Otra más que me
contaron (espero no aburriros) fue que el fin de semana había tirado el chupo
al río para los peces ``pequeñines´´. Entonces mis padres fueron a contar al
colegio que ya no me dieran el chupo a la hora de la siesta porque ya lo había
tirado al río. ¡Pues les dijeron que ya no lo chupaba desde hacía un mes!
La verdad es
que no se acuerdan de nada más, pero yo creo que con esto ya os haréis una
idea de mis primeros días en el colegio.
¡Ah! Se me
olvidó decir que los días que estaba cansado me dormía en el comedor y, cuando
me despertaba, tenía la cara llena de la comida del plato.
Pelayo Pérez Cueto, 1º ESO A
Mi Escaparate Favorito
Este mismo verano, sí, en 2016, vi la tienda… Una tienda especial, exclusivamente en una especialidad: Videojuegos. Os diré cómo empezó, en una calurosa rade cuando fui a ‘La Feria De Muestras’, en Gijón.
El viaje a Gijón fue tranquilo, pero cuando fuimos… Había tanta gente que casi no podíamos hablar. Había coches exóticos, motos, quesos, pañuelos, hierbas. ¡¡Hasta un palo de selfie más grande de lo normal!!
Pero cuando fuimos al ‘Fuerte Apache’(un sitio de tiendas), todo cambió. Había una tienda de Frikis y Anime. Había figuritas, peluches, medallas, maquetas,pines, etc. ¡¡Todo de juegos, series de televisión, comics, manga!! Lo que pasa es que era todo muy caro. Pero no me pude resistir y me compré una figura de un personaje de 30$. Mereció la pena.
Mario Sánchez Estévez, 1ºB ESO
Mi travesura
Os voy a contar mi peor travesura hasta el momento, la verdad es que no tenía ni idea, porque era muy pequeño y no me acordaba, hasta que mi madre me lo dijo, y la verdad que me quedé asombrado, nunca pensé que fuera capaz de hacer algo así. Lo que hice fue:
Mientras que todos los niños de la guardería comían, mi cuidadora se dejó mi silla sin abrochar, entonces me baje y las cuidadoras no estaban allí, así que encima de una mesa había un biberón lleno de agua y empecé a mojar a chorros a todos los niños y de repente salió la cuidadora y me vio mojando a un niño que estaba llorando. Pero, bueno, de aquella tenía cuatro o cinco años y ahora me sigo riendo cada vez que me lo cuentan.
Todos las cuidadoras decían que no estaba quieto un minuto y me lo siguen diciendo, pero son de estas cosas que te echan la bronca y luego te ríes de ellas, la verdad que fue toda una anécdota.
Nel González Gálvez. 1º ESO A
Mi primer día en
la escuela
Ana Suárez Arango, 1º ESO A
LA TRAVESURA
No recuerdo muchas travesuras que haya
hecho, la verdad ,pero recuerdo que me gustaba mucho esconder las cosas y eso
me llevó a muchos problemas. Pero recuerdo una travesura en especial:
Ocurrió cuando tenía unos 5 o 6 años, en
casa de mis abuelos paternos, lo recuerdo como si hubiese pasado ayer. Habíamos
terminado de comer cuando le pregunté a mi abuelo paterno si quería jugar
conmigo y él me contestó que no, que quería dormir y ver la televisión en su
cama. Entonces me enfadé con él y, cuando fue al baño; me acerqué a la
habitación sin que me viese y entré. Justo después cogí el mando de la
televisión y lo escondí en mi bolsillo. Salí corriendo de esa habitación. Justo
después me encontré con él en el pasillo y me preguntó qué hacía corriendo por
la casa, yo le contesté que estaba allí por si había cambiado de opinión y
quería jugar conmigo. Me miró, me dijo que estaba cansado y le apetecía
descansar. Salí de allí tan rápido como pude. Me fui a el salón y escondí
rápido el mando de la televisión. Lo escondí debajo de una mesita que había
allí.
Mi abuelo dijo que ya no le apetecía ver la televisión, pero yo sabía
que era porque no encontraba el mando y me preguntó a qué jugábamos. Jugamos a
las cartas. Cuando mis padres me vinieron a recoger, dejé de nuevo el mando en
su sitio.
Valeria
Cueto Chica, 1º ESO A
LA GUARDERÍA
Yo fui a la guardería en “Temis”,cerca del
Corte Inglés.
No me acuerdo muy bien, pero había un patio
muy grande, donde jugábamos cuando no llovía. Tenía unos árboles preciosos, con
muchas flores de distintos colores. Había un arenero donde me gustaba jugar en
los recreos. Me acuerdo de que a mis amigas les gustaba mirar por el otro lado
de unos árboles que tenía el patio, donde había una casa.
La guardería por dentro era marrón, no era
muy grande, era marrón y blanca, con un pequeño patio dentro.
Había escaleras, por las que llegabas a las
aulas y baños, y había otras escaleras que bajaban al comedor. El comedor era
blanco con mesas de color marrón, había un sitio de juegos nada más bajar las
escaleras a la derecha y un sitio donde los bebés dormían y comían, en tronas.
Las aulas eran pequeñas y algunas grandes.
A mí me tocó una grande un año y otro una pequeña, tuve mucha suerte. En las aulas pequeñas solo cabían dos mesas y la
del profesor. Las grandes era donde teníamos nuestras mesas, la del profesor,
los juguetes y el baño en la habitación de al lado. A los baños se podía
acceder desde el aula grande y desde fuera, era mixto.
Cuando acababan las clases, iba al comedor,
donde comía y jugaba.
Después me venía a buscar mi abuela y me
daba chocolate o una galleta de chocolate.
¡FIN!
Lucía Fernández Menéndez, 1ºC ESO
Aunque no os lo creáis, sí pasó
En 1959 mis bisabuelos Gonzalo y Ada Eloísa no se
llevaban bien y entonces decidieron divorciarse. Mi bisabuela estuvo hablando
con mis tatarabuelos y les decía que se iba a vivir a España, mientras que ella
estaba en Puerto Rico. Entonces mi tatarabuela le dijo que no fuera porque
Franco era un sanguinario.
Se decidió a moverse a España en el transatlántico
Antilles, un barco francés, y arrancó con cinco hijos. Mi bisabuelo decidió
ayudarla con la mudanza.
Cuando el barco zarpó, a él le entró una morriña
inesperada en ese momento y decidió alquilar un helicóptero que iba justo
detrás del barco. Entonces el del helicóptero le dijo que no daba tiempo a
alcanzar el transatlántico y se dio por vencido y regresó con el helicóptero.
MOISÉS
OURENS FERNÓS, 1ºESO B
Mi Travesura
Cuando era pequeño estaba en casa jugando con una pelota, cosa que no se puede hacer, y con el balón le di a un móvil que había cargando (ese móvil era grande, táctil y muy chulo), lo vi por ¡los aires! Y estaba cerquísima de la alfombra, cuando veo que en vez de caer en la alfombra cayó en el suelo y de pantalla. Cuando mis padres lo oyeron vinieron corriendo y me preguntaron: ’’ ¿Qué ha pasado?’’ Yo les dije que no lo sabía porque había tirado el móvil detrás de la televisión.
Una hora después me lo volvieron a preguntar y yo les dije la verdad para que no me castigaran. Cuando terminé de decírselo, me riñeron por no haberlo dicho antes. Tuvieron que desenchufar la televisión, quitarla del mueble donde estaba puesta y apartar el mueble para coger el móvil. Lo llevaron a arreglar, pero no tenía arreglo.
Ese mismo día me había dado mi abuelo dinero y me lo cogieron para comprar otro. Desde ese día no volví a jugar con el balón dentro de casa.
Víctor Rodríguez Cuesta 1ºA
Una visita por Avilés
Mi rincón
favorito
El
19 de noviembre de 2016, hicimos una visita por Avilés; primero fuimos al Ayuntamiento, luego al Museo de Historia Urbana de Avilés y al Palacio Valdés.
En el Ayuntamiento fuimos a la sala de recepción, donde
la alcaldesa nos recibió y nos estuvo diciendo muchas cosas; luego fuimos a la sala de
plenos.
En el Museo de Historia Urbana de Avilés, subimos en ascensor
hasta el tercer piso, la visita empezaba ahí arriba. La visita avanzaba de
arriba abajo. Después paramos en una plaza a comer.
En el Palacio Valdés, Mariano nos estuvo enseñando cómo
era y estaba el teatro hace años. Los alumnos de Taller de expresión escénica
representaron una obra.
Por último, fuimos al Centro Niemeyer, donde hicimos un
juego en el que se trataba de ver unas imágenes y ponerles nombres; había dos
partes del juego, yo terminé las dos partes.
Jorge Blanco Sánchez 1º ESO
B
UNA
TRAVESURA
Era
un día de verano. Estaba con mis amigos y… se nos ocurrió una cosa que nunca olvidaré.
Cuando
salimos del último día de colegio se nos ocurrió ir al parque. Allí nos
encontramos a un gitano que andaba por allí. Se nos ocurrió ir a mirar qué hacía y cuando nos vio… salimos corriendo como pollo sin cabeza. Nos empezó a
perseguir y salimos corriendo. Le veíamos dar vueltas por el parque rodeándonos
y observándonos.
Cuando llegaba la hora de marchar, se nos ocurrió una idea.
Mientras los más rápidos vigilaban, los más lentos se iban. Cuando le veíamos,
en la esquina contraria, salían corriendo, y así hasta que quedamos dos. Los dos
mirábamos y marchábamos, pero le vimos al lado nuestro. Hicimos una carrera
gigante, creo que fue la más grande de mi vida.
Iker Maté, 1º ESO B
La Peluquería de mi madre
Cuando yo era pequeño, mi tienda favorita era la de mi madre porque las clientas, al conocerme, siempre me daban dinero, galletas, chicles, y yo me lo pasaba genial.
Cuando conocí a una nueva compañera de mi madre, que se llamaba Natalia, era muy alta y yo la la miraba desde los pies hasta la cabeza y me caia para atrás. Allí Chelo, otra compañera de mi madre, cuando mis padres se iban de viaje me quedaba en su casa de campo cuidando a los animales, jugando con la perra etc. y siempre me encantaba ir allí. Lo que más me gustaba de la peluquería era que tenía un amigo con el que iba a jugar.
Yo en la peluquería tenía una silla muy pequeña que era de mi madre y me encantaba sentarme en ella y ver la gente cuando peinaban. Ahora no quepo en la silla, asi que mi madre se la dio a Natalia para que se la diera a su hijo, Álvaro.
Guillermo Fernández, 1º ESO C
MI COLEGIO
La Peluquería de mi madre
Cuando yo era pequeño, mi tienda favorita era la de mi madre porque las clientas, al conocerme, siempre me daban dinero, galletas, chicles, y yo me lo pasaba genial.
Cuando conocí a una nueva compañera de mi madre, que se llamaba Natalia, era muy alta y yo la la miraba desde los pies hasta la cabeza y me caia para atrás. Allí Chelo, otra compañera de mi madre, cuando mis padres se iban de viaje me quedaba en su casa de campo cuidando a los animales, jugando con la perra etc. y siempre me encantaba ir allí. Lo que más me gustaba de la peluquería era que tenía un amigo con el que iba a jugar.
Yo en la peluquería tenía una silla muy pequeña que era de mi madre y me encantaba sentarme en ella y ver la gente cuando peinaban. Ahora no quepo en la silla, asi que mi madre se la dio a Natalia para que se la diera a su hijo, Álvaro.
Guillermo Fernández, 1º ESO C
UNA
TRASTADA EN EL PUEBLO
De pequeño yo era un niño muy bueno,
de hecho no me acuerdo de haber liado ninguna trastada, excepto una.
Esa trastada fue en mi pueblo. La
hice cuando yo tenía aproximadamente seis años, pero no hice la trastada yo
solo. Me ayudó mi prima que por aquel entonces tendría diez años.
La trastada fue la siguiente:
cogimos un cubo y una pala y nos pusimos en el prado a excavar. Cuando acabamos
de sacar suficiente tierra, la metimos en el cubo y le añadimos agua para
conseguir barro. Cuando ya teníamos la mezcla, entramos los dos con el cubo en
casa sin que nadie nos viera.
Subimos las escaleras con el cubo
lleno de barro y cuando llegamos arriba, volcamos el cubo dejando que cayera
todo el barro por las escaletas, haciendo así una pequeña cascada de barro.
Pelayo Fernández Coalla, 1ºC
MI COLEGIO
Cuando empecé al colegio, aún no tenía
tres años, pero ya estaba familiarizada con él, ya que tengo una hermana mayor
a la que acompañaba la mayoría de los días en las entradas y salidas.
Yo no me acuerdo, pero mis padres
dicen que tenía mucha gana de empezar, pues como iba mi hermana yo también
quería.
Anuncia fue mi profe los tres cursos
de Infantil, ahora ya está jubilada. Era muy maja y tenía mucha paciencia. Nos
enseñó muchas cosas.
Aunque no tuve mucha suerte al
principio, ya que me caí en el patio rompiéndome dos dientes, por suerte de
leche, no tengo ningún otro mal recuerdo. Jugábamos mucho, pintábamos,
cantábamos y a la vez aprendimos las letras y los números.
Por fin llegó Primaria, ya éramos
mayores. Chelo fue la profe de esos dos primeros cursos. También muy maja y con
la que aprendimos a leer bien y a soltarnos con las sumas y restas.
En tercero y cuarto Mari Paz. Se
notaba que estaba de tratar con niños de Infantil y fue muy paciente en muchos
momentos difíciles.
En quinto y dos trimestres de sexto
fue Rosa. Nos habían dicho que era muy estricta, pero cuando la conoces y te da
clase, te das cuenta que no lo es tanto. Explicaba muy bien y hemos aprendido
muchísimo con ella.
Ahora estamos con Aida, lleva poco
tiempo dándonos clase, pero me gusta como enseña y todos estamos contentos.
En un mes iremos de viaje de fin de curso. Estoy muy impaciente, ya que es la primera vez
que duermo fuera de casa con todos los compañeros de clase.
Me lo he pasado muy bien en las
salidas que hemos hecho y las fiestas, sobre todo en carnaval, cuando ayudaba a
mis padres con el disfraz, y me sentía importante al desfilar y bailar con él puesto. El Antroxu es la
mejor fiesta de todas para mí, era con la que más disfrutaba.
Aunque no me gustaba mucho ir, tengo
que acordarme del comedor. Nos dejaba mi madre, a mi hermana y a mí, cada día a
las 8 y media de la mañana. Después íbamos también a comer. Conchi y sobre
todo, Aroa, me consolaban cuando, con tres años, no quería quedarme y a veces,
lloraba.
No quiero terminar sin dar las gracias
a todo el profesorado que me ha dado clase, por su esfuerzo y hacer tan bien su
trabajo. Al AMPA, por organizar las fiestas en las que nos hemos divertido
mucho. A la Directora, a las monitoras del comedor y al resto de personal del colegio. He pasado
nueve años de mi vida en El Quirinal, el que ha sido y siempre será, “mi
colegio”.
Alba Lara Robledo, 1ºC
Mi empezar
Yo no iba en un principio a El Quirinal. Yo antes de ir a El Quirinal, iba al Colegio San Fernando. Mi clase era el D. Estuve allí durante 10 años (por no decir que en realidad son menos porque cuando nací yo no había entrado todavía, pero ya sabes, por aproximar).
Mis días allí fueron de los mejores, a veces desearía volver, pero no tanto. No tenía ningún talento, la verdad. Mi sueño creo que era ser una astronauta (ahora que sé lo que son los agujeros negros ya perdí la ilusión).
Cuando ya eran vacaciones de verano y ya había terminado 4º de primaria, mi madre decidió que ya era hora de que me fuera de ese colegio (le caían mal los profesores, y ella dijo que yo quería irme del cole, pero tan solo decía eso porque estaba enfadada con algunos de mis compañeros, porque era bastante tonta). No sabía qué hacer, no me quejé. Al fin y al cabo comprendía la situación (el colegio era caro y, bueno, mis padres tienen ya sus problemas y como que se aprovecharon y todo). Tristemente no pude despedirme de mis compañeros.
Después de las vacaciones, fui al Quirinal, todavía estaba en contacto con mis viejos compañeros. No me llevaba bien con mis compañeros, la mayoría me odiaban, y otros tan solo pasaban el tiempo conmigo por dibujar un tanto bien.
Pasó un año, mi mejor amiga de ese colegio me odiaba, mis otros compañeros de ese colegio ya no me hablaban. Me sentí sola, ya no tenía gente en la que confiar, o al menos hablar un poco para sacar unas risas. Mi madre se dio cuenta y me animó. Me las arreglé de alguna manera, conseguí hacer amigos y pasármelo bien.
Después de 2 años ya no me acordaba de aquellas personas que fueron mis “amigos” en el Sanfer. Conseguí un gran apoyo de mis padres (mi hermano estuvo ahí, pero...). He cambiado demasiado, no sé si eso es bueno...pero supongo que los días pasan y todo tiene su fin. A pesar de que no quiero volver a sentirme triste, la felicidad viene de la tristeza. Así que seré fuerte hasta entonces.
Ángela Vidal, 1ºC
Mi empezar
Yo no iba en un principio a El Quirinal. Yo antes de ir a El Quirinal, iba al Colegio San Fernando. Mi clase era el D. Estuve allí durante 10 años (por no decir que en realidad son menos porque cuando nací yo no había entrado todavía, pero ya sabes, por aproximar).
Mis días allí fueron de los mejores, a veces desearía volver, pero no tanto. No tenía ningún talento, la verdad. Mi sueño creo que era ser una astronauta (ahora que sé lo que son los agujeros negros ya perdí la ilusión).
Cuando ya eran vacaciones de verano y ya había terminado 4º de primaria, mi madre decidió que ya era hora de que me fuera de ese colegio (le caían mal los profesores, y ella dijo que yo quería irme del cole, pero tan solo decía eso porque estaba enfadada con algunos de mis compañeros, porque era bastante tonta). No sabía qué hacer, no me quejé. Al fin y al cabo comprendía la situación (el colegio era caro y, bueno, mis padres tienen ya sus problemas y como que se aprovecharon y todo). Tristemente no pude despedirme de mis compañeros.
Después de las vacaciones, fui al Quirinal, todavía estaba en contacto con mis viejos compañeros. No me llevaba bien con mis compañeros, la mayoría me odiaban, y otros tan solo pasaban el tiempo conmigo por dibujar un tanto bien.
Pasó un año, mi mejor amiga de ese colegio me odiaba, mis otros compañeros de ese colegio ya no me hablaban. Me sentí sola, ya no tenía gente en la que confiar, o al menos hablar un poco para sacar unas risas. Mi madre se dio cuenta y me animó. Me las arreglé de alguna manera, conseguí hacer amigos y pasármelo bien.
Después de 2 años ya no me acordaba de aquellas personas que fueron mis “amigos” en el Sanfer. Conseguí un gran apoyo de mis padres (mi hermano estuvo ahí, pero...). He cambiado demasiado, no sé si eso es bueno...pero supongo que los días pasan y todo tiene su fin. A pesar de que no quiero volver a sentirme triste, la felicidad viene de la tristeza. Así que seré fuerte hasta entonces.
Ángela Vidal, 1ºC
Mis vacaciones de verano
Mis
padres, mi hermano y yo estábamos de viaje en coche de camino a Marinad´or.
Al llegar allí supe que me iba a
encantar. En el apartamento lo único que hice fue dejar las maletas y tumbarme en el sofá.
Me gustaba mucho, en la piscina del
apartamento, bañarme por las noches; ¿por qué?: porque por la noche la piscina
tenía colores y era espectacular bañarte mientras cambiaban las luces a un motón
de colores. Mis dos lugares favoritos fueron:
PORTAVENTURAD´OR:
Allí
eran todo atracciones, yo monté en todas, hasta en una que era más grande que
el instituto , daba muchas vueltas, yo fuí la única que monté porque a mi madre
y a mi hermano le daba miedo. También estaba: el pulpo, los kuazs, la escalada,
una atracción de agua, etc. ¡ME LO PASÉ
GENIAL!
ACUAMARINAD´OR:
Allí había un tobogán en el que te montabas
en un flotador y caías, luego dabas vueltas a toda prisa. Me gustó mucho. En
otro que me daba un poco de miedo era que caías en picado, yo siempre cerraba los ojos; en otros ibas a
ciegas porque no veías nada, despúes montamos en barcas con remos los 3 y me
gustó mucho.
¡Me lo pasé genial, os lo recomiendo!
Nayara González
Torres, 1ºC
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