MI PRIMER DÍA DE ESCUELA
Recuerdo
que antes de empezar la escuela fui a una pequeña guardería llamada “EL BOSQUE
ENCANTADO”, situada en frente de una escuela. A veces miraba el colegio desde
la puerta de la guardería y veía a muchos niños y niñas correr y jugar. Un día
después del verano, mi “mamá” y mi “papá” me habían dicho que como yo ya tenía
tres “añitos” empezaría al cole que estaba en frente de la guardería.
El
primer día que empecé no quería separarme de mi madre porque me daba miedo, incluso lloraba. Poco a poco, una simpática profesora me cogió del brazo y me
convenció para que fuera con ella al aula. Allí me fui olvidando un poco de mis
padres e hice amigos que nunca olvidaré. También jugaba con las cocinitas, con
los cacharritos, con animales de juguete y a pintar.
Mi
primera profesora se llamaba Raquel, fue la mejor profesora que tuve en
“Infantil”. Hice muchísimos amigos como ya había dicho, que eran: Aida, Luca,
Jorge, Sara, Álex, Irene F, Pablo F, Pablo G, Pablo R, Estefanía, Andrea, etc.
Al salir
del cole, fui al parque del “QUIRINAL” con todos los amigos y amigas que había
hecho. Al llegar a casa mi padre me cogió en cuello y me dio un abrazo muy
fuerte diciéndome:
-¿Qué
tal tu primer día?-. Yo le contesté:
¡MUY
BIEEEEEEEEEEEN!
Irene Posa Moro 1º ESO A
MI ESCAPARATE
FAVORITO
Hace
cinco años que vivo en mi nueva casa (en la calle Aida de la Fuente). Pero antes vivía en
la calle Fernando Morán, y muy cerca de mi antiguo colegio. Mis abuelos tenían
su casa en frente de la mía, por lo que los veía muy a menudo.
En
Educación Infantil y en 1º de Primaria, la mayoría de los días mis padres no me
podían recoger del colegio porque salían tarde de trabajar, así que mi abuelo
era quien me venía a buscar.
Él
salía de su casa a las dos menos cuarto e iba caminando hasta el colegio. Nada más que
cruzaba la verja grande que había en la entrada, yo le veía, y antes de que las
cuidadoras me dijeran que recogiera mis cosas, yo ya estaba con mi bolsita para
la merienda y con mi chaqueta dispuesta a cruzar la otra verja; la que cercaba
el patio en el que jugaba con mis compañeros.
Mi
abuelo cogía mis bártulos e íbamos caminando hacia su casa. En el camino,
siempre pasábamos por delante del kiosco LA COLOSAL, y los viernes, entrábamos
dentro y mi abuelo me compraba un huevo KINDER. La dependienta era una mujer mayor y muy
agradable, bajita y de cuerpo robusto. Tenía el pelo corto y rubio y siempre llevaba
puesto un delantal de cuadros blancos y azules. Mientras mi abuelo pagaba, yo me quedaba
embelesada mirando los pasteles, los bombones, y los paraguas de chocolate que
había tras el cristal del escaparate, hasta que notaba la mano de mi abuelo
sobre mi hombro y me decía que mi abuela nos estaba esperando y que teníamos
que ir a casa o se nos juntaría la comida con la merienda.
Luego,
mi abuelo se guardaba el huevo KINDER en el bolsillo del pantalón y
continuábamos caminando.
Una
vez en casa, y después de haber comido y de que yo hubiera hecho mis deberes
(si es que tenía), mi abuelo me preguntaba si me había portado bien en el
colegio, y como yo siempre le decía que sí, él sacaba el huevo KINDER de su
bolsillo y me lo daba con una enorme sonrisa en la cara.
Aida Rodríguez 1º ESO B
MIS PRIMEROS DÍAS DE ESCUELA
Mis primeros días en la escuela no me gustaron mucho. No
quería ir, y antes de entrar estuve mucho tiempo agarrado a mi padre llorando. Ya
un poco más tarde, al ver a mis compañeros y a la profesora, me tranquilicé un
poco. Hice buenos amigos, eran muy majos y jugábamos. A veces, como hablaba
mucho, la profesora, Teresa, decía: ”!Manuel, de florero!", y así siempre que no
callaba.
En los
siguientes días, vinieron nuevos compañeros a nuestra clase. Muchas veces, había
un pelirrojo que en los recreos me pegaba y me quitaba mis juguetes. Cuando se
lo dije a algunos compañeros de mi clase, en el recreo iba con ellos, y cuando
ese nos veía, ya no me pegaba ni me quitaba mis juguetes.
Una de las
cosas que me gustaba era que cada clase se distinguía también por un animal, y
creo (no me acuerdo muy bien) que iba a “Los Conejitos”. Otra de las cosas que
más me gustaba era ponerme el mandilón, me encantaba ponérmelo.
Manuel Ndiaje Ruiz 1º ESO C
Mi mayor travesura
Un día
cualquiera, cuando yo tenía 5 años más o menos, estaba en casa de mis abuelos.
Recuerdo que yo estaba muy aburrida porque mi programa favorito se había
acabado y yo no sabía dónde estaba el mando.
Así que,
mientras mis abuelos estaban en la cocina, cogí de un cajón un subrayador
amarillo, y ya os podéis imaginar lo que pasó después: cogí el subrayador, lo
abrí y me puse a pintar de arriba a bajo todas las cortinas del salón de mis
abuelos.
Luego, cuando
mis abuelos entraron en el salón, y de repente vieron todo lo que había hecho,
empezaron a echarme una buena regañina y después llamaron a mi madre para
contárselo, y cómo no, mi madre me castigó nada más llegar a mi casa.
Eva Pérez Álvarez 1º ESO C
Mi mayor travesura
Cuando era pequeño, tenía un oso de
peluche de casi un metro de altura y muy gordo. Un día vi que el peluche tenía
un agujero por la espalda y empecé a tirar un hilo que tenía hasta que se abrió
toda la espalda del oso. A mí solo se me ocurrió sacar todo el relleno que
tenía el oso, que era como esponjas cortadas, hasta que lo dejé
vacío y me metí dentro del peluche.
Mis padres, al
ver que yo estaba tan callado y formal, vinieron a la habitación llena de
esponjas por el suelo, por la cama y por toda la habitación en concreto.
Yo me
encontraba dentro del peluche y también lleno de esponjas y muerto de risa
según mis padres me lo estaba pasando muy bien, lo malo es que ese día era la comunión de mi hermano y entre recoger las esponjas de mi
habitación, bañarme, vestirnos para la comunión y los nervios que tenían mis
padres por la comunión de mi hermano, casi llegamos tarde a la iglesia.
Por cierto, es el día de hoy que todavía tengo al oso en mi habitación y cada vez que lo veo me
acuerdo de la que monté.
Alfonso
Nieto 1º ESO C
MI PRIMER DÍA DE ESCUELA
Tenía seis años e iba al colegio del Quirinal. Recuerdo que ese día me
levanté a las ocho en punto de la mañana y me vestí corriendo. No había
desayunado casi nada por los nervios y me fui
al cole.
Llegué al colegio
ya estaban todos mis amigos en la fila de 1ºB. Antes de entrar me puse a
jugar con mis dos mejores amigas; Sandra y Estefanía. Cuando entré, vi que no
había juguetes, con los que jugábamos en Infantil, y me asusté un poco.
No me acuerdo muy bien, pero sí me acuerdo de que me
habían puesto al lado de Sandra, y eso me encantó, porque era mi mejor amiga.
Ese día solo estuvimos aprendiéndonos
los nombres de los profesores y del horario.
Las primeras horas se me fueron volando porque me había
divertido mucho. Entonces salimos al recreo de los niños grandes, que así lo
llamábamos nosotros, y nos encantaba por fin estar con los mayores,
Me acuerdo de que siempre que veíamos a nuestra profesora
de infantil, le íbamos a dar abrazos y besos, porque nos daba pena habernos
despedido de ella.
Salí del colegio, y me fui a jugar con mis amigas, Sandra
y Estefanía, a contarnos todas las locuras que nos pasaron.
Noelia García Seoane 1º ESO C
PAPÁ Y MAMÁ
Mi
padre, Valeriano Martin, nació en Avilés, pero toda su familia es de Extremadura.
Todos los veranos iban de vacaciones al pueblo. Pero como en los años 70 los
coches eran muy precarios y mi padre siempre me contaba que siempre que subían
el puerto de Pajares tenían que salir del coche y empujar el coche desde
fuera, a nosotros nos hace mucha gracia
cuando nos cuenta esa historia. También nos cuenta que tenia una cerda con su cerdito y mi padre cogió al cerdito y salió de la cuadra, pero la cerda
estaba tan enfadada que tiró la puerta de la cuadra abajo y mi padre salió
corriendo y soltó al cerdito.
Mi
madre, Marta Alonso, es asturiana de pura cepa. Ella vivía en San Esteban de
Pravia, pero al igual que mi padre veraneaba en su pueblo, Oviñana, conocido por
el cabo Vidio. Mi madre dice cada vez que vamos que allí se estremecía solo de pensar las
burradas que hacían allí con las bicicletas al borde de… ¡acantilados! Me dice
que si me ve hacer eso alguna vez
llevaré un castigo muy grande.
Guillermo Martín 1º ESO C
MIS VACACIONES DE VERANO DEL 2015
Estas vacaciones me lo he pasado muy bien a pesar de no haber ido de viaje.
Al principio del mes de julio fui a comprar una bici nueva en recompensa de las notas de 6º de Primaria. La bici es verde y su tamaño es como las de adultos de estatura media. Tiene suspensión delantera. Haces que funcione o deje de funcionar mediante una mini palanca que está muy bien disimulada.
Durante el resto de julio y al principio de agosto, salía una o dos veces a la semana con mi padre e íbamos hasta El Blimal y después dábamos un rodeo y volvíamos a casa.
Como vivía enfrente del polideportivo de La Magdalena, todos los días bajaba de una hora y media a dos a jugar al fútbol y al baloncesto.
A mediados de agosto nos fuimos a vivir a mi pueblo ( San Martín de Gurullés) porque hubo un problema con los vecinos, dos de ellos pegaron a mi padre y le dejaron una herida en el cuello que le duró tres semanas, hasta que se le pasó.
San Martín de Gurullés es un pueblo muy pequeño con 9 casas. En él hay más vacas que personas (hay unas 100 vacas y 25 personas). Es decir, 4 vacas por 1 persona.
Lorenzo, Gabriel y Raquel son tres niños del pueblo con los que jugamos mucho.
Aunque a veces hacemos cosas un poco arriesgadas, como, por ejemplo: saltar sobre los bolos de hierba para las vacas de nuestro vecino o bajar en patinetes y monopatines atados con cuerdas por rampas muy empinadas y muy rápido … Pero, aparte de eso, somos muy buenos.
Luca Tuñón 1º ESO B
UNA VISITA AL MÉDICO
Cuando tenía 2 años, estaba de vacaciones con mis
abuelos, mis primos, mis tíos y mis padres. Estábamos en Tapia de Casariego. Un día mis padres se tuvieron que ir
para Avilés porque tenían que trabajar, y yo me quedé con
mis abuelos.
Un día íbamos para la playa con mis tíos y mis primos.
mi prima y yo fuimos con con mi abuelo a cerrar el portón
de la casa. Yo apoyé la mano en el cierre del portón, y mi
abuelo sin darse cuenta la cerró y me pilló los dedos de la
mano derecha. Yo me asusté mucho, pero mi abuelo más y
eso que era ATS, porque sangraba mucho.
Entonces, mis abuelos me llevaron al hospital de Jarrio.
Allí me hicieron radiografías. Cuando peor lo pasé, fue
cuando me llevaron a hacer una radiografía y no dejaron
entrar a mi abuela y entonces yo tenía mucho miedo.
Después de hacerme las radiografías, me llevaron a una
sala para coserme porque se me habían
quedado los dedos destrozados. Cuando me cosieron, mi
abuela dice que no lloraba pero que estaba muy asustada,
aunque le tenía mucho miedo al médico.
Mi primera impresión de los médicos no fue muy
buena, de pequeña me daba mucho miedo ir al médico,
pero ahora no tengo ningún problema en ir.
Andrea González 1º ESO A
Raquel Salgueiro Monforte 1º ESO B
MI
ESCAPARATE FAVORITO
De pequeña yo no tenía escaparate favorito
y llega el día de hoy que sigo sin tenerlo. Pero os puedo hablar de uno que me
encantaba.
El escaparate está en
Candelada, un pueblo de Ávila. Pasábamos delante del escaparate cuando dábamos
un paseo por el pueblo. Al ver el
escaparate, yo me paraba a ver los juguetes antiguos.
Varias veces entramos.
Había muchos juguetes de antes. Me acuerdo de uno que era una personita montada
en un cochecito de antes, ese juguete me encantaba.
Mi madre me decía que
algunos de esos juguetes fueron de mi abuelo Rafael y que él vivió allí. Yo no
sabía si era verdad. pues era posible que mi abuelo hubiera vivido allí porque
nació en Candelada. Por ese motivo, cuando pasaba por allí me recordaba a mi
abuelo que a saber qué estaría haciendo.
A mí, si me dicen ahora
qué me cogería del escaparate, sería el cochecito con la personita para
acordarme de mi abuelo Rafael, que murió hace dos años.
Me acuerdo de esa
tienda, cómo miraba los juguetes de esa tienda con mi hermano mientras bebíamos
nuestro Aquarius y nuestra madre diciendo que había que continuar con el paseo.
TRAVESURAS
Dice mi madre que siempre fui
un niño muy tranquilo y si tengo que hablar de travesuras solo me acuerdo de
dos.
A
mis primos y a mi, nos gustaba mucho jugar a policías a policías y ladrones
alrededor de la casa por todo el prado. Ese verano, nos habían regalado una
pistola de juguete que lanzaban pequeñas bolitas de espuma que disparábamos a
una diana, para comprobar la puntería. Una mañana, con mi primo Juan, no
sabíamos lo que hacer y éramos pocos para jugar a polis. En ese momento empezaron
a cacarear las gallinas del vecino y nos miramos sonriendo. Se nos había
ocurrido la misma idea, lanzar bolas a las gallinas. Armamos un buen alboroto
en el gallinero y nos reímos mucho, pero lo dejamos a los cinco minutos porque,
si nos pescan, nos matan. En realidad, no les hicimos ningún daño, porque
nuestra puntería era muy, pero que muy mala.
la segunda
travesura fue meterme con mi hermana bajo la Cama de mis padres. Estuvimos
calladitos sin movernos. Cuando mi padre subió y se metió en la cama, mi
hermana y yo le agarramos cada uno un pie y casi se muere del susto. Se levantó
como un resorte asustado y a nosotros nos dio un ataque de risa. Nos ganamos
una pequeña reprimenda y luego un buen castigo; “diez minutos de cosquillas sin
parar, ayudado por mi madre “. Al final, mereció la pena la travesura.
Carlos
Carballo Álvarez 1º A
MIS PRIMEROS DÍAS DE COLEGIO
En mi primer día de
colegio yo iba muy feliz, según lo que me han contado mis padres. Hasta que
empecé, justo antes de empezar me entró el miedo y estuve a punto de llorar.
Dentro del aula nos recibió una amable profesora que sería nuestra tutora, se
llamaba (y se llama) Pilar (Pili). No recuerdo mucho más, sólo me acuerdo de
que el aula era amplia pero estaba llena de muebles y de mesas en las que
hacíamos grupos para dar clase o hacer trabajos.
De otra cosa de la que
sí me acuerdo es de los cumpleaños, era como una gran fiesta pero en clase. El
recreo era lo que más nos gustaba, ya que los primeros meses corríamos
alrededor del pequeño edificio de párvulos, después, jugábamos con los
toboganes que allí había.
Cuando ya se cogía
confianza con los profesores y los
compañeros, se trabajaba más y se hacía mucho más ameno el trabajo, aunque era
difícil porque en esa época ¡ninguno de esa clase sabíamos hablar!
Álvaro Sacristán de Frutos 1º ESO B