sábado, 2 de diciembre de 2017

Los relatos de la infancia de nuestro alumnado de 1º de ESO (2017-18)







El PARBULARIO
Yo empecé a la guardería con 18 meses, por eso no me acuerdo de mi experiencia en ella, aunque  mi madre siempre cuenta que, como no quería ir, me quedaba a la puerta de la guardería llorando mucho todos los días y que estuve así durante seis meses.
Como era un bebé muy inquieto, me ponían a hacer pequeñas tareas; por ejemplo: repartir los baberos y los mandilones y colocar todas las sillitas del comedor  y así  me tenían entretenida.
Con tres años  empecé en el colegio Público de las Vegas. Mi profesora se llamaba Rosa y con ella aprendimos a leer y a escribir, y también a llevarnos bien unos con otros. Aunque era muy buena profesora y le tuve mucho cariño, tenía mucho carácter y una voz muy fuerte  que parecía que siempre estaba enfadada, aunque en realidad era su  manera de ser, pero los niños le tenían un poco de miedo, pero yo no.
PATRICIA FRAGA, 1ºA

MIS PRIMEROS AÑOS DE CLASE
Yo fui al CP El Quirinal, que está bastante cerca de mi casa. Allí estudié los tres años de Educación infantil y los seis de Educación primaria. Aunque estoy muy a gusto en el insti, a veces lo extraño un poco.
Mi colegio es uno de los más grandes de Avilés. Tiene un edificio de tres pisos. Allí estudian los niños de Primaria de cinco años, luego hay otro para los de Infantil, y, por último, hay otros dos que son guarderías.
Mi profe se llamaba María. Tenía el pelo castaño y los ojos marrones.
Todo lo que os puedo contar de mi primer día de clase es lo que mis padres me contaron, sobre todo mi madre que fue quien me llevo.
En el cole todos los niños que empezaban nuevos tenían una cosa que se llama periodo de adaptación; como a muchos niños no les gustaba quedarse allí sin los padres o los abuelos, pues los primeros días solo iban dos horas. La segunda semana de cole ya están con más niños para que se vayan acostumbrando, y, finalmente ya están todos los compañeros juntos.
Ni yo ni mi madre nos acordamos muy bien de mi primer día de clase, pero recuerdo muchas cosas de mi primer día de colegio. Los dos primeros años, primero con mandilón rojo y luego con verde, estábamos en el edificio pequeño donde estaban los niños pequeños, con nuestro propio patio para nosotros solos, y abríamos la puerta de clase y ya estábamos en el patio. Luego en el tercer año de Educación infantil teníamos que llevar mandilón azul, y, además, teníamos nuestra aula en el edificio de los de los mayores, pero todavía teníamos que ir al patio de los pequeños.
Nuestra mascota era el caballito de mar, todos los de María eramos el grupo de los caballitos de mar.
Nuestra aula de Infantil era muy diferente a las que tenemos ahora. Allí junto con las pequeñas sillas y mesas y la pizarra había montones de juguetes para entretenernos y a la vez aprender.
Todos los días hacíamos lo que se llama asamblea, que era que nos sentábamos en el suelo todos juntos formando un corrillo alrededor de la profesora y allí hablábamos de cosas como el tiempo, las estaciones…
IRENE FERNÁNDEZ LORENCES, 1ºA

UNA PEQUEÑA TRAVESURA
Mi madre me cuenta (porque yo no lo recuerdo) que, cuando yo tenía un año y medio más o menos, mi padre me dio a probar por primera vez el chocolate. Trajo a casa un paquete de seis huevos Kinder (grave error) y me dio uno.
Cuando lo probé, me acostaron en la cuna para dormir la siesta. Estaba en la habitación de mis padres junto a una cómoda. Al cabo de más de una hora, mi madre fue a despertarme y me encontró bien despierta.Resulta que mi padre había dejado el paquete con los cinco huevos Kinder que quedaban en la cómoda, a mi alcance (otro grave error), y yo había aprovechado la ocasión. Había comido los cinco huevos de chocolate, manchando toda la ropa de la cuna, el pijama, mi pelo y mi cara, incluso una pared.
Mi madre,al ver el desastre, llamó a mi padre y, al ver mi cara de felicidad, solo pudieron reír y llorar a la vez.
GLORIA POVEDANO GARCÍA, 1ºA

UNA VISITA AL MÉDICO
Era diciembre del 2014 , yo como un día normal cené y fui un rato a ver la tele , pero un rato después me empezó a doler con locura la barriga . Me fui a la cama pensando que se me pasaría , pero esa noche vomité cinco veces . Fui al médico cerca de mi casa y vieron que tenía inflamado el apéndice y , para mi desgracia , ahí , no me podían operar , tenía que ir al hospital San Agustín en un trayecto donde estaba histérico completamente y nervioso.
Una vez allí , prácticamente de inmediato , me dijeron que me operaban ya .Momentos antes de la operación estaba como loco delante de mi madre y mi abuelo debido a que era la primera vez que me operaban.Estaba sufriendo a muerte , como nunca. Cuando llegué al quirófano, era entre lágrimas y chillidos.Sin tiempo para lamentarme más, el médico me puso la anestesia y me operó.
Aunque, claro, todavía al tener la herida abierta me tuve que quedar allí una semana para que día a día me fueron tratando la cicatriz para que se cerrara por completo. Durante esa semana mis familiares fueron todos a verme y a preocuparse, y mis compañeros me hicieron un libro dedicado que me encanta .
Esta historia, seguramente uno de los peores momentos de mi vida, se quedará guardada tanto por mi mente como por mi cicatriz.
ADRIÁN MESTAS, 1ºA

UNA TRAVESURA
Un día fui a casa de mis abuelos a dormir porque mis padres se iban a una cena con unos amigos. Cuando ya era tarde ,mi hermana y yo le pedimos unas canicas que eran de mi padre cuando era pequeño a mi abuela. Ella no quería dárnoslas porque ya era la hora de cenar ,pero pero después de que mi hermana y yo estuviéramos mucho tiempo insistiendo una y otra vez ,al final la convencimos.
Mientras mi abuela preparaba la cena, nosotros pusimos las canicas en la entrada de la cocina para que mi abuela no pudiera salir. Cuando mi abuela necesitó salir y vio las canicas, nos llamó para que las quitásemos porque nos habíamos ido al salón, pero nosotros no queríamos ir. Estábamos allí jugando con nuestro abuelo al ajedrez y viendo dibujos. Cuando mi hermana y yo nos cansamos de que nos pidiera que quitásemos las canicas, por fin las quitamos y mi abuela pudo salir.
Después de cenar fui a dormir y a la mañana siguiente mis padres fueron a recogernos a mi hermana y a mí en coche. Cuando recogí todo de casa de mi abuela, bajé y me subí en el coche para irme a casa.
ARTURO GARCÍA BLANCO, 1ºA

LA TRAVESURA
Creo que la única travesura que llegué a hacer y recuerdo fue hace dos o tres años.
Estábamos en Galicia, en nuestra casa de campo. Recuerdo que no fui solo yo, sino que fueron dos amigos, mi primo y yo. Estábamos en una caseta dentro del jardín, estábamos los cuatro solos. De repente, encontramos una caja con muñecas las Barbies antiguas de mi prima, no tenían ropa; a mi amigo se le ocurrió probar a tirarle de uno de los brazos, se le soltó un brazo, y detrás una goma elástica.
Todos cogimos dos o tres y empezamos a romperlas y a hacer bromas con las muñecas. Recuerdo que hicimos una pirámide con piernas, brazos, cabezas y torsos; también recuerdo que yo arranqué una cabeza y la puse en una pierna que sobresalía de la pirámide.
De repente, entra mi hermana, suelta una pequeña carcajada y luego sale de la caseta. Después no fueron tantas risas las que aparecieron; mi hermana se puso a llorar, y los adultos nos obligaron a reconstruirlas, era imposible, habíamos roto las gomas que sujetaban las partes del cuerpo.
-Ni siquiera son tuyas estas muñecas, son de Raquel – dijo mi primo tratando de librarse del castigo.
Al final, no pudimos reconstruir ninguna.
ELBA FERNÁNDEZ SALGUEIRO, 1ºA


UNA TRAVESURA
Un día, cuando yo tenía siete años,mis padres,mi hermano y yo fuimos a Piedras Blancas a comer con unos amigos.Cuando mi hermano y yo acabamos de comer,los adultos seguían comiendo. Mientras tanto, estuvimos jugando en una plaza al pilla pilla.
Cuando acabaron de comer, nos metieron en el coche mientras se despedían. A mi hermano y a mí se nos ocurrió meternos en el asiento del conductor y en el asiento del copiloto. Aunque los dos queríamos meternos en el asiento del conductor, después de discutirlo decidimos que fuera yo la que se sentase en el asiento del conductor y Arturo en el del copiloto.Sin que mis padres se diesen cuenta,yo me metí en el asiento que habíamos decidido. Los dos empezamos a tocar botones y palancas. Mi hermano tocó la palanca del freno de mano y yo me apoyé en el claxon. Mis padres al oírlo se llevaron un susto y fueron a ver lo que pasaba. Al llegar al coche vieron que era yo la que había tocado el claxon. Después me regañaron entre risas y nos dijeron que si hubiéramos cogido la llave y la hubiéramos girado,habríamos arrancado el coche.
Como a mis padres les hizo mucha gracia,nos hicieron una foto por turnos en el asiento del conductor, y luego nos sentamos en nuestro sitio.
CLAUDIA BLANCO ALCÁNTARA, 1ºA
                                                                    

Una travesura


La verdad es que no he hecho muchas travesuras y, cuando las hacía, eran muy gordas.
Bueno, voy a empezar:
Esta travesura ocurrió hace dos años, más o menos. Estaba con una amiga, paseando por una senda, cuando, de repente, pasamos por una casa abandonada.
- ¡ Vamos a tirarle piedras! – decía mi amiga.
Y, no sé por qué, pero le hice caso.
Pues, resulta que la casa que creíamos abandonada tenía un habitante. ¡ Vaya gritos que pegó!
Consejo: escoger mejor las amistades.
Otra pasó cuando íbamos al cine, que tiramos una cartelera. Lo peor fue que le eché la culpa a mi amigo y le castigaron durante dos meses.
LUCÍA ÁLVAREZ MÉNDEZ, 1ºC

MI INFANCIA
Mi infancia empezó en el colegio Quirinal con 3 años, recuerdo que el primer día no quería ir y lloraba. Cuando fue pasando el tiempo, me iba acostumbrando al colegio, ya me gustaba más gracias a mis compañeros y a nuestra profesora María. Me acuerdo de una cosa que era que, cuando iba al colegio y me vestía, solo me gustaba llevar chándal y lloraba si no lo llevaba.
Cuando pasé a Primaria, me acuerdo de que en el patio siempre estaba jugando a fútbol. Una costumbre que teníamos unos amigos y yo era quedar después de salir del colegio a jugar a fútbol y a jugar a otros juegos. También me acuerdo de que siempre la liaba o me pegaba con compañeros y casi siempre estaba castigado.
MIGUEL FERNÁNDEZ HEVIA, 1ºC

Mis primeros años en la escuela
Yo el primer día de colegio iba muy contento a la vez que asustado,porque era todo nuevo y yo solo tenía tres años. Allí hice amistad con 4 amigos, algunos me caían mal y otros bien.
Me gustaba mucho jugar con los juguetes y pintar con las manos. En los recreos iba con mis amigos a jugar a fútbol. Luego otros niños pegaban a otros sin razón.
La profesora se llamaba Ana Laura. Era muy buena y maja.Siempre nos trataba bien y no nos castigaba. No me gustaba mucho ir a clase, porque tenía que madrugar, y eso lo llevaba fatal.
Un año después pasé a segundo de Infantil con buenas notas. Nos tocó una profesora que no nos gustaba nada porque nos gritaba y nos castigaba mucho. Lo bueno de segundo de Infantil es que ya podíamos ir de excursión.
SERGIO RIESTRA SUÁREZ, 1ºC

MI TRAVESURA


Cuando era pequeña, quería cortarme el pelo y ponerme flequillo, pero mi madre no me dejaba. Un día estaba viendo una peli y la protagonista tenía el pelo como yo quería, entonces cogí las tijeras y me corté el pelo corto y con flequillo. Cuando me vio mi madre, me llevó a la peluquería a que me lo cortaran y me lo arreglaran, pero como ya tenía  el pelo corto y con flequillo me salí con la mía.
Otra travesura
Un día de octubre, mi hermano y yo queríamos poner el árbol y decorar la casa de navidad, pero mi madre no nos dejó porque era muy pronto.
Más tarde, mi  hermano y yo esperábamos a que se durmiese mi madre, y cuando estaba durmiendo en el sofá mi hermano y yo subimos al desván y cogimos todos los adornos de Navidad. Lo colocamos todo, pero he de decir que el árbol nos quedó un poco torcido. Como queríamos darle un toque más navideño a la casa, le pintamos la cara a mi madre. Fue muy divertido, pero cuando se despertó mi madre…
No fue tan  divertido, lo recogimos todo y mi madre fue a quitarse la pintura al  baño.
CLAUDIA GÚTIEZ PRIETO, 1ºC


Mis Travesuras
Yo, desde siempre he sido un poco tirando para bastante travieso. Me acuerdo de muchas de mis travesuras, algunas muy divertidas, otras no tanto pero os voy a contar dos de ellas. Era un día como otro cualquiera cuando estaba en mi pueblo con un amigo jugando a fútbol y haciendo trucos con el balón, cuando de repente en un escorpión mal controlado se me escapó el balón a casa de un vecino. No nos habíamos percatado de que el vecino estaba en el patio de arriba, entonces a mí se me ocurrió la genial idea de fingir que me daba un ataque de asma frente al vecino para que no se escuchara la puerta abrirse y cerrarse y por fin, cuando mi amigo salió y tenía la garganta irritada, nos fuimos corriendo. Un día estaba mi madre tan tranquila estudiando y a mi no se me ocurrió otra cosa que ponerme a ver una película y, como mi madre no me dejaba, me enfadé y me fui a la habitación. Entonces me preparé para el segundo asalto y, como me volvió a decir que no, tiré el reproductor del DVD y se rompió.

ADRIÁN VIDALES, 1ºC


Mis Primeros Años en el Colegio

Recuerdo vagamente mi primer día de colegio, pero sé que tenía muchísimas ganas de empezar y ansiaba conocer a mis nuevos compañeros que posteriormente me acompañarían el resto de mi vida.

De los primeros años me acuerdo mucho de mi profesora de parvulario, Eva, siempre fue muy amable con todos nosotros y nos enseñó mucho. Me acuerdo de muchas de las excursiones que hacíamos con el colegio: cuando fuimos al aeropuerto, al acuario, a la policía…

Me ha quedado en la memoria una anécdota de cuando tenía cinco años: era mi cumpleaños y mi madre había hecho una tarta de lacasitos, aunque estaba prohibido llevar tartas, pero las profes la probaron y, como estaba tan rica, dejaron que se la diese a la clase.

Fueron años muy felices de los que por desgracia no tengo grandes recuerdos .

JUAN CADENAS GONZÁLEZ, 1ºC

MIS PRIMEROS AÑOS EN EL COLEGIO


Desde que era pequeña, fui al Colegio de El Quirinal. En clase nos lo pasábamos muy bien dibujando y divirtiéndonos con la plastilina, pero donde mejor lo pasábamos era a la hora del recreo.
En el patio había una caja con juguetes para jugar, pero a veces también jugábamos en clase con una cocinita y otros juguetes. A mí me gustaba mucho pasear un carrito de la compra por toda la clase. Nuestra profe se llamaba Marta y era muy cariñosa con todos. Mis compañeros de Infantil eran los mismos que tuve hasta sexto de Primaria.
En esos primeros años, fuimos a varias excursiones, entre ellas a la granja escuela y a un supermercado, y lo pasamos muy bien.

MARTA NAVARRO GÓMEZ, 1ºC

Mi Travesura


Todo empezó cuando tenía 6 años. Un día cualquiera por la mañana, me dieron de desayunar galletas maría, yo las odiaba y se me ocurrió tirarlo encima del armario de mi cocina. Me lo pensé mucho y al final lo tiré. Y no fue esa vez sola, lancé muchísimas cosas más, como tostadas, bocadillos, embutido… y también espaguetis.
Era la primera vez que tiraba algo que no era sólido. Se me escurrió un poco a la hora de lanzarlo, y manché el techo. Yo me asusté mucho, pero en ese momento lo único que me preocupaba era cómo limpiarlo, solo se me ocurría limpiarlo con la fregona, pero mi padre estaba en casa y fui a verlo. Me quedé un rato con él sentado en el sofá hasta que se durmió.
Yo salí corriendo a limpiar el techo y lo pude limpiar, y yo seguía tirando comida, hasta que limpiaron el mueble de la cocina  y me cayó una bronca grandísima y no lo volví a hacer.
GONZALO SANTOS GARCÍA, 1ºC




MIS TRAVESURAS
Mis travesuras han sido múltiples. Pese a que soy un niño educado, también he hecho muchas travesuras como todo el mundo; como pegar a muchos niños, romper las llaves de la luz con puñetazos, pintar las paredes con colores... Voy a nombrar algunas de las que he dicho:

 Pegar a muchos niños
Sobre mis 3 o 4 años, me creía el jefe, pegando a todo el mundo. Si alguien no me hacía caso, se atendría a las consecuencias. Los más grandes no me tocaban, ni siquiera se acercaban, y las niñas me tenían que dar masajes. En fin, era el jefe. 

 Pintar paredes de colores
Sobre la misma edad de creerme el jefe, nació mi nueva obsesión: ``paredes de colores´´, o así lo decía yo. Los pasos eran: coger un plastidecor, buscar el sitio ideal y empezar a pintar (calles, colegios o mi portal de casa). Como tenía pocos años, el arte de pintar no era muy bueno. Me gustaba cualquier cosa. 

 Romper las llaves de la luz con puñetazos
No hay mucho que contar. Cuando mis padres me castigaban, siempre tenía la brillante idea de dar a las llaves de la luz, por lo tanto las tuvieron que cambiar. 

LUCAS GARCÍA GONZÁLEZ, 1ºC