MI
PRIMER DÍA EN LA ESCUELA
Tengo
solo un vago recuerdo de mi primer día en la escuela. Yo iba al C.P.
Quirinal, en Avilés. Cuando empecé, tenía tres años e iba al
grupo A, "Los Caracoles" (por aquella época). Mi profesora se llamaba
Covadonga y era muy buena. Con ella aprendimos muchas cosas.
Ese día me costó
levantarme de la cama. No había pegado ojo en toda la noche porque
estaba muy nerviosa. Cuando estaba desayunando, me tuvo que venir, en
ese preciso momento, el recuerdo de haber estado vomitando por la
noche. Más que un motivo, fue un pretexto para no tomarme el Cola-Cao que me había preparado mi padre.
Sin el desayuno en el
estómago y con los nervios encima, me marché andando hacia el colegio.
Me acompañaban mis padres, puesto que yo era muy pequeña para ir
sola al colegio. Cuando llegué, había un montón de caras nuevas,
pero también alguna conocida: allí estaba Sara Cuetos (con la que
siempre había jugado en el parque), que iba a un curso superior, y
Laura (con la que sólo había jugado el día anterior), a la que mis
padres conocían mejor que yo; y muchas otras personas de las que,
probablemente, ya ni me acuerdo.
Cuando entré, estaba
tranquila, yo no tenía ni idea de que, en cuanto pusiera un pie en
primaria, odiaría a muerte aquellas libretas o cuadernillos en los
que hacíamos actividades, aquellos lápices y pinturas…
Resumiendo, que no sabía lo que me esperaba.
Siempre pienso que, el
primer día de “cole”, los “profes” intentan dar la mejor
impresión posible de la escuela a sus pupilos. Como siempre somos
novatos el primer día de curso, nosotros nos lo tragamos y pensamos
que el colegio es el mejor lugar del mundo. Cuando llevas nueve años
pasando por los mismos pasillos, en las mismas clases, con los mismos
profesores y las mismas asignaturas, ya te cansas. Esto es lo que
habría que decirles a los niños de tres años en su primer día de
escuela.
En mi clase había
muchas cosas: sillas, mesas, colores, lápices, juguetes, murales…
Pero lo mejor era el recreo. Yo imaginaba el recreo como un mundo
paradisíaco en el que podría ser desde Cenicienta, hasta uno de
esos Transformers® que tanto les gustaban a algunos. Pero cuando
salí al patio por primera vez, no fue como yo pensaba. Todos se
conocían de antes y yo sólo tenía dos amigas (una de ellas en otra
zona y la otra en su grupito). Tenía que hacer algo. Con toda la
espontaneidad que me cabía en el corazón, empecé a hacer “migas”
con algunos/as niños/as que parecían majos/as. Si algún niño
superdotado de tres años consigue leer esto antes de empezar al
colegio, que nunca haga lo que yo hice. La historia de tu primer día
termina con un chichón en la frente, una mancha en la camiseta y una
riña de tu madre por hacerle caso a la gente. No lo recomiendo ni al
más pintado.
Después de todo, mi
primer día de colegio fue bastante bien, aunque no mejor que el
último.
Iria Viña Suárez 1º ESO B
Mi Escaparate Preferido
Este
capítulo va destinado a mi infancia porque mi escaparate favorito me empezó a gustar con
cinco años.
Sería una tarde de diciembre, iba
con mis padres de la mano a coger un folleto para pedir el regalo a los Reyes.
Cuando llegué a la juguetería, el folleto no me interesó, lo que me interesó de
verdad era todo el escaparate lleno de juguetes; había: muñecas, coches,
disfraces, peluches…
A la hora de entrar, me parecía todo
como un cuento o un sueño hecho realidad, que un niño que apenas sabe qué es un
número o unas letra sabe qué son los juguetes; sobre todo, recuerdo que a la
hora que la señora enseñaba algo a mis padres, yo, al instante, lo cogía porque
me lo quería llevar todo para mi casa.
Cuando nos marchamos, yo me pegué
una llorera, normal, si tú entras a un sitio que te parece espectacular, ¿tú
querrías salir?; ya respondo por vosotros: ¡NO!
Abrimos la puerta y, nada más salir,
me pegué un susto. Os
preguntaréis por qué. Vi a un payaso y me acerqué a él, se puso a cantar, hablar
y a darme miedo; otra llorera más, me asusté.
A pesar de todas las lloreras que me
pegué en el primer día, era mi escaparate favorito y siempre lo será, aunque
algunas personas piensen que soy un infantil, no es solo por los juguetes,
también es por los recuerdos que lleva una persona en un lugar entrañable, y el
mío es la Juguetería Majafrán.
Diego Otero
Fernández 1º ESO D
MI ESCAPARATE FAVORITO
La verdad que, cuando era pequeña, mi escaparate favorito era el de Imaginrarium, una juguetería que me encantaba. No sé si era por las luces de colores que adornaban sus puertas, o por los juguetes, o quizás por el diseño tan bonito de sus puertas (que constaba de una pequeñita y otra más grande). Me encantaba todo lo que vendían allí; desde las muñecas y las ‘’cocinitas`` hasta los utensilios de la playa. Absolutamente todo me encantaba, y siempre me encaprichaba de algo. No hablemos del escaparate ¡que era todo un espectáculo! Y ya en Navidad.. ¡Podía pasarme horas y horas allí mirando a sus arbolitos de Navidad o a sus copitos de polispan que hacían de nieve! Os contaré una anécdota:
Esta tienda está justo enfrente de una tienda de ropa, entonces mi madre, para que fuera a comprar a la tienda, siempre me decía que íbamos a Imaginarium y acababa comprándome algo en esta tienda.
Si vas a buscar los juguetes que tenía de cuando era pequeña, encontraréis más que nada de esta tienda. Y estos son las razones por las cuales Imaginarium es mi escaparate favorito.
Sofía Carreño García 1º ESO D
MI PRIMER DÍA EN LA ESCUELA
Mi primer día en la escuela fue muy feliz para mí, no por ir al colegio, sino porque iba a ser mayor como mi hermana.
Justo antes de entrar me puse a llorar y a decir que no quería ir al cole, pero la profesora, llamada Olga, me dio la mano y me llevó a la clase con otros cuatro niños.
Durante el mes de septiembre, nos fuimos conociendo todos los compañeros poco a poco, en total al final del mes éramos veintiuno.
En el recreo fui a buscar a mi hermana para que conociera a todas mis amigas.
Lo que hicimos el primer día en el colegio fue hacer dibujos para, cuando saliéramos, dárselos a nuestros padres.
Cuando salí del colegio por primera vez, salí contenta por ver a mis padres, pero a la vez triste porque me había dejado un vaso con mi nombre en clase, pero a mí no me gustaba la idea.
Paula Granda G. 1º ESO D
MI PRIMER DÍA EN LA ESCUELA
Era un día nublado, me acuerdo de que había muchos niños y niñas llorando como yo, con mandilones rojos, verdes y azules. Me hice amiga de una niña llamada Alba, y su madre y la mía también se hicieron amigas.
Nos empezaron a llamar las profesoras y nos dividieron en tres clases. La de los ositos, la de los pollitos y la de las abejas. Unos cuantos llevaban la misma mascota que yo, un oso llamado Pepón.
Cuando entramos en clase, vimos mesas de los colores: rojo, amarillo, verde y azul. A mí me mandaron sentarme en la mesa verde con Alba, Laura, Rubén, Miguel y Diego. Nos hicimos amigos y nos hacíamos preguntas. Fueron y son muy buenos amigos, aunque ahora vayamos al instituto y no coincidamos en las clases.
En ese instante, la profesora se presentó, se llamaba Inmaculada. Nos pasó un folio a cada uno para dibujar, y yo pinté a mi pony de juguete. Mientras, me fijé que en la mesa de al lado, la amarilla, estaba mi vecina Claudia. Yo estaba muy contenta porque había hecho amigos.
Llegó e momento de salir a jugar al patio, y yo en vez de quedarme con Alba, me fui a un rincón a jugar con mi pony. De repente, una niña me empezó a tirar del pelo y yo no paraba de gritar y llorar del dolor. Más tarde, unas niñas de la clase de al lado me querían tirar el pony por una alcantarilla, pero me harté de ellas y las arañé a todas. Pasados dos minutos, vi a un niño de mi clase ir mordiendo al que se le cruzara en el camino, entonces no me callé y le dije:
-¿Por qué le muerdes?-le pregunté.
-¿Y a ti qué te importa?
Y, cómo no, me llevé un mordisco en toda la cara.
Cuando terminó el recreo, entré en la clase y todos me preguntaron qué me había pasado, excepto la profesora, que no se dio cuenta hasta el final. Mi madre le preguntó que quién me había mordido, Inmaculada dijo que nadie. Después me miró a la cara y se asustó. Yo me fui corriendo a buscar a Alba pero ya se había marchado.
Mientras iba con mi madre a casa, le conté lo que me había pasado en el recreo, pero, antes de eso, le dije que un niño llamado Nacho estaba jugando con la cocinita de juguete que había en clase y las luces no funcionaban, entonces cuando vio al conserje, Rogelio, le dijo que si podría arreglarlas.
Aquí acaba el capítulo de mi primer día en la escuela y empiezo con el de… “Mi escaparate favorito”.
Eva Villegas Sánchez 1º ESO D
MI PRIMER DÍA EN PARVULITOS
No recuerdo
muy bien cómo fue parvulitos, tengo un par de recuerdos sueltos, pero nada
más.
Recuerdo a mi
profesora, Covadonga, que era muy buena y, por eso, hubiera deseado que me
hubiera dado en otros cursos, pero, al igual que la clase de los caracoles, que
era mi clase, se fue. Con ella cogimos una afición a los insectos bola y al
eucalipto, que, por cierto, ya no existe.
Como no
recuerdo mucho, he preguntado a mi madre y me ha dicho que no lloré, a
diferencia de muchos otros, esa es la causa de que mi profesora le dijera a mi
madre que yo era como el sol que entraba por la ventana.
De lo que más
me acuerdo es de los juegos en los árboles y los amigos tan importantes que
hice:
Julia, Iria,
Amanda, Álvaro y Hugo.
En el primer
día allí, fue la primera vez que llevé mi mandilón a cuadros rojos y blancos.
Cuando entré
en el aula, vi las mesas donde pegaríamos una foto, un papel con mi nombre y
dejaríamos un bote con lápices y colores, según el niño que se sentara. Una
cosa que nos llamó la atención fue el tren de cartulina con las fotos de los
que cumplían años.
Aunque me
gustaría contar más, no puedo, así que aquí os lo dejo.
Laura Rupérez Saiz 1º ESO D
Empecé a la edad de tres años y fui a un colegio llamado El Quirinal cerca de mi casa. Tuve que subir unas escaleras y la clase me pareció muy grande.
Tenía una profesora que se llamaba Mari Paz. La clase estaba llena de juguetes y recuerdo que había muchos niños; alguno llevaba chupete y otros niños lloraban.
Y ya no puedo contar más cosas porque ya no recuerdo nada más.
Sara Cuetos Graña 1º ESO D
No recuerdo
mucho de mi primer día de colegio, pero, al parecer, iba contento, según me han
contado mis padres. También recuerdo el comedor al que iba con mis amigos; la
señorita me decía, cuando comía muy lento:
-De uno en uno
no se gana España -es un frase que nunca se me ha olvidado.
Recuerdo que
el Vicente Alexandre (que así era como se llamaba mi antiguo colegio) tenía un
gran patio y estaba separado en dos edificios, que eran: el de Primaria y el de Infantil. Había un huerto en el que un día vi llegar a unos niños mayores con
cactus para plantarlos,
Lo que me gustaba
mucho es que casi no hacíamos excursiones, pero se hacían actividades. La que
más me gustó fue la de un mercado que hicimos. Os la narraré: nos habían
mandado traer envases usados al colegio y la gente ponía puestos y tú tenías
que ir a comprar, con dinero de juguete, lo que te mandara la profesora.
Al terminar 2º
de Infantil, me vine a Avilés por
motivos de trabajo de mi padre.
En el colegio
al que fui, el Palacio Valdés, no conocía a nadie, pero me sentaron al lado de
Sergio.¿Quién iba a pensar que me encontraría con él en el instituto yendo él
a otro colegio? Lo que me gustaría contar es que el primer día le acribillé con
preguntas como: ¿Cuándo llega mi madre? ¿Cuándo acaba?
Y así finalizó infantil.
Y así finalizó infantil.
Miguel Sacristán de Frutos 1º ESO B
Mi primer día en la escuela
En mi
primer día de parvulitos no lloré porque ya estaba acostumbrada a ir a la
guardería. Al contrario, en vez de llorar y quedarme con mi madre, en cuanto
llegamos me fui con los demás niños; a algunos ya los conocía.
Me encantaba ir a pasármelo bien al cole con mi profe
Inmaculada y con mis compañeros. Iba a la clase de los ositos y rápidamente me
hice amiga de Nuria R., Nuria S., Rubén, Diego y Eva.
En parvulitos fuimos tres veces a la granja escuela, una
en cada año. Lo que más recuerdo de aquella granja es que plantábamos cosas en
los plásticos de los yogures y que había un burro que se llamaba Platero… ¡ah!,
y que una vez lloré porque había para comer macarrones y a mí no me gustaban.
Según mi madre, también hacíamos bollos de pan y los traíamos a casa, pero yo
no me acuerdo de eso.
En “mandilón verde” se nos unieron unos cuantos niños de
la clase de los canguros.
Aida Palacio García 1º ESO A
MI PRIMER DÍA DE COLEGIO
El día antes de
empezar el colegio por la tarde, yo
estaba muy contento porque creía
que, cuando estabas en el
colegio, ya te hacías mayor, porque yo siempre quise ser
mayor para poder ir solo
por la calle,
comprarme cosas yo, ya sabéis,
todas esas cosas que solemos hacer los mayores. Pero, claro, lo que no sabía yo es que ser mayor tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero... bueno.
Me fui a la cama muy
contento; sin embargo, por la noche
estuve muy nervioso y por la mañana aún más. Luego ya fui al cole con
mi padre y, si no recuerdo mal, llevaba
una mochila con un juguete y una botella con limón y coincidió
que ese día estaba la TPA y ,entre muchos niños, me
entrevistaron a mí y a mi padre, y a mí me preguntaron si estaba nervioso y yo me puse más nervioso todavía.Yo estaba contento.
Mi profesora se
llamaba Mercedes. Admito que hubo
momentos que los pasé un poco mal porque
no estaba acostumbrado a estar en el
cole, pero luego me acostumbré y lo
llevé mejor.
Javier Fanjul Chimeno 1º ESO B