EL SECRETO DEL NIEMEYER
Todos
sabemos qué es el Niemeyer, quién lo hizo, dónde y aproximadamente
cuándo, pero nadie sabe el porqué.
El
Niemeyer es un conjunto de tres edificios: el auditorio, el mirador y
la sala de exposiciones, a los que se accede pasando por el puente
situado en la ría. Lo hizo Oscar Niemeyer y se inauguró el 26 de
marzo de 2011.
23
de enero de 1994, Brasilia, Brasil.
Querido
diario, hoy es un día de lo más normal, lo único diferente de los
demás días es que hoy no se me ha ocurrido ningún diseño para
realizar obras, es triste saber que cuando van pasando los años, mi
mente va envejeciendo y las ideas tardan más en fabricarse y salir a
la luz, ya son 87 años y los problemas de salud no hacen más que
empeorar mi capacidad de diseño y mi originalidad, como ya casi no
gano dinero, pedí un préstamo a la mafia brasileña con un plazo de
un mes y ya solo me quedan dos días, tengo que pensar algo y pronto,
quiero hacer algo con formas geométricas, de formas que podamos
encontrar a diario, con unos colores vivos, y un significado, no
quiero que sean esculturas huecas, quiero que sean grandes y con
cosas para el disfrute de las personas, y que no solo sean
esculturas, sino que también haya un espacio para que los niños
correteen y una cafetería con un diseño también original para que
los padres descansen. Bueno, diario, me despido, voy a hacer
bosquejos y maquetas ver qué se me ocurre.
Me
dirigí a la despensa a por mi caja de herramientas, mala decisión
mía ponerla en la balda de arriba, cogí un pequeño taburete y me
subí a él, ese taburete no paraba de cojear, me estaba poniendo de
los nervios, alcancé la caja de herramientas y la pata que cojeaba
del taburete se partió, la caja cayó al suelo y todo se esparció
por el suelo.
Tardé
horas en recogerlo todo; cuando terminé, dejé la caja en la mesa y
me dispuse a hacer las maquetas cuando resbalé con algo y caí al
suelo y me quedé inconsciente. Cuando desperté vi a mi lado un
pequeño tornillo tumbado, claro que, como yo también estaba
tumbado, el tornillo parecía estar de pie; me quedé pensando
durante un buen rato y me di cuenta de que esa era la primera
estructura, “el tornillo”, tendría que darle un uso, pensé en
algo bonito y grande con cristaleras para observar el paisaje, cogí
un folio y bosquejé un tornillo, con adornos y cristaleras, con una
escalera de caracol enrollada en torno a él y un ascensor por su
interior, para que la cabeza del tornillo fuese una cafetería de
cristal en la cual poder tomarse un café o un té con hermosas
vistas.
24
de enero de 1994, Brasilia, Brasil.
Querido diario: Hoy nada más despertarme pensé en que necesitaba
una ducha, cuando estoy en la ducha me relajo y tengo tiempo para
pensar en mis cosas, reflexionar y tener ideas, pero hoy prefería un
baño, un baño largo y relajante.
Llené
la bañera hasta arriba con espuma y agua caliente, esos baños
solían ser aburridos y este no era una excepción, así que empecé
a hacer pompas de jabón, en un principio pensé que otra de las
esculturas podía ser esférica, pero no podía ser, sería una
escultura inútil y ganaría menos dinero, por lo que no podría
pagar la deuda. Justo cuando ese pensamiento se desvaneció, una de
las pompas cayó en el borde de la bañera formando una silueta
semiesférica; esa era la forma que buscaba, una semiesfera, pero,
¿qué significado le podría dar?
Salí
de la ducha, me sequé y me vestí, fui al salón y me senté en
mi
sillón favorito, el más cómodo, terciopelo azul eléctrico con
manchas púrpuras con automasaje y reposapiés, me quedé observando
la pared como quien mira las nubes y mi vista fue a parar a un cuadro
abstracto de colores vivos, pensé que la segunda escultura tendría
que ser de atracción e interés social, algo como una sala de
exposiciones de cuadros y esculturas, así que solo me quedaba una
escultura, un puente de acceso y una segunda cafetería que podría
contener sala de juegos para los más pequeños, me queda el día de
hoy, cogí rápidamente un folio y dibujé.
“Venga,
Oscar, no puede ser tan difícil, tú puedes.”
Recibí
una llamada, era la mafia, preguntaban que si ya lo tenía; yo,
inconscientemente, afirmé tímidamente, estarían en mi casa en dos
horas, tenía que pensar rápido, me estaban apretando las tuercas.
Decidí darme prisa, fui corriendo a la despensa y cogí la
plastilina blanca, la azul, la roja, la negra y la amarilla, hice una
maqueta rápida de la futura sala de exposiciones y le hice un corte
un tanto artístico, ni vertical ni horizontal, le di una ligera
curva como si fuese una rodaja de limón y le puse una placa de
plastilina amarilla en el interior, pero todavía quedaba un poco
soso, cogí trozos de plastilina negra y los fui formando una silueta
en la placa de plastilina amarilla, me gustaba el diseño, cogí otro
folio y lo dibujé.
Recibí
una llamada, les dije que ya lo tenía todo, me pidieron un lugar
para exponer mis esculturas, me quedé mudo, fui corriendo al
ordenador, fingí como si no me acordase del nombre y hubiese ido a
mirarlo a un possit en la nevera, en el Google Maps busqué lugares
remotos, un tanto alejados, me fijé en España y Portugal, escogí
España.
Era
perfecto, le dije que esperase, busqué en las páginas amarillas
internacionales el número de teléfono del Ayuntamiento de Avilés,
tras un cuarto de hora dialogando me dieron el permiso para completar
y finalizar. Cogí el teléfono, les expliqué el lugar, la dirección
y mis esculturas, les dije que la segunda cafetería tampoco tenía
que ser una gran escultura, que con algo grande valdría, también
pedí unos altos pasillos entre cada escultura y una gran plaza en la
que la gente pudiese jugar, ellos me interrumpieron y me dijeron que
había dos inconvenientes: para llegar a aquella explanada que ahora
solo eran andamios y obras había que pasar por encima de la ría y
de la RENFE; uno de los problemas ya estaba solucionado, había un
puente de arcos multicolores que pasaba por encima de la ría sin
destino fijo, así que sobre la marcha hice un dibujo rápido algo
abstracto de un puente y se lo expliqué, decidí hacerlo de acero
oxidable para que pronto tomase el color llamativo del óxido, en
forma de grapa y con eslabones de madera.
Ese
era mi diseño, ellos luego que pusiesen rampas, exposiciones de
fotos o lo que quisiesen, yo ya doy mi trabajo por terminado, por la
atracción turística y la ofrenda de bienes turísticos podría
ganar bastante dinero aunque luego perdiese gran parte por licencia
de obra y por el préstamo, ahora se podría decir un “Adiós
QUERIDÍSIMO diario.”
Izan
Porras Ortega 1ªC E.S.O
LA
MONSTRUA
Desde
pequeño siempre me llamó la atención la estatua de "la
monstrua" que está en Sabugo. Su nombre era Eugenia Martínez
Vallejo y sufría una gran obesidad. Acompañaba a los infantes en la
corte.
Esta
es la historia que os
voy a contar:
Un dos de enero en la calle de Rivero junto a la
fuente de los caños, apareció el cadáver de un anciano, el hombre
estaba echado en el suelo y su gesto era de auténtico terror.
Enseguida llegó al lugar de los hechos el detective Patricio, un
chico de unos veinticinco años al que le gustaba cualquier tipo de
intriga. Observó el escenario del crimen y miró en uno de los
bolsillos de la víctima que llevaba una nota en la que ponía una
simple letra "M"; Patricio no se explicaba lo que quería
decir aquella nota.
Pasaron los días y en la ciudad todo estaba
tranquilo hasta que el martes trece de enero apareció otro cadáver
en el Parque de la Marquesa. Se trataba de una mujer de
aproximadamente unos cincuenta y cinco años. Cuando Patricio llegó
al lugar del crimen, todos los policías tenían cara rara porque
había una nota que encontró uno de los policías del FBI en el
bolso de la mujer que ponía la letra "O". “¡Qué cosa
más extraña!”, pensaba Patricio, en pocos días dos asesinatos y
dos notas que cuando Patricio las juntó formaban "MO".
Durante el mes de febrero aparecieron otros tres
cadáveres, cada uno de ellos contenía una carta con su letra; en
este caso eran las letras "N", "S", "T".
El detective se volvía loco con cada letra que encontraba e
intentando descifrar el mensaje que les transmitía el asesino, pero
no lograba descifrarlo.
Un día mientras desayunaba y leía el periódico
Patricio vio una noticia que le llamó la atención: los vecinos del
barrio de Sabugo aseguraban que la estatua de la "MONSTRUA"
cada día estaba más delgada. Patricio, sin pensárselo dos veces,
se dirigió a Sabugo, observó la estatua y habló con los vecinos,
que le enseñaron imágenes de la estatua antes del cambio y,
efectivamente, la estatua parecía estar más delgada.
Patricio
ató cabos y las letras de los cinco asesinatos formaban la palabra
"MONST". ¡Increíble!, ahí tenía una de sus mejores
pistas; ¿sería una coincidencia?
En
el mes de marzo hubo
otro asesinato, esta vez en la iglesia de Santo Tomás. Junto al
cadáver había una nota: la letra "R". Todo coincidía
"MONSTR". Los vecinos de Avilés y Patricio enseguida
fueron corriendo a Sabugo para observar la estatua y efectivamente
estaba más delgada.
En la ciudad todo el mundo tenía miedo, ¡una
estatua asesina!, la gente no paseaba por Avilés y sus calles
estaban desiertas.
Una mañana de abril aparecieron otros dos cadáveres
junto a dos notas: la letra "U" y la letra "A",
todo cuadraba. Patricio con un grupo de policías se dirigió a
Sabugo y cuando llegaron allí se encontraron que la MONSTRUA había
desaparecido, en su lugar solo quedaban el vestido y los lazos del
pelo, ¡parecía cosa del diablo!
No hubo más asesinatos ni más notas, nunca se
resolvió el enigma.
En Avilés, no se te ocurra mencionar el nombre de
la MONSTRUA porque sus habitantes tienen miedo, igual que un día
desapareció podría volver a aparecer.
David García Blanco, 1ºB
MEMORIAS DE UNA MURALLA
Román
(13 años) , año 1013
Hacía
poco que a Román le habían hablado de la construcción de la
muralla. Él nunca había visto una muralla, pero más o menos sabía
lo que era; un muro para protegerse de los ataques. ¿Ataques ? Nunca
en sus trece años le habían contado nada de que Avilés hubiese
sido saqueada. En esto estaba pensando Román cuando oyó a su
madre:"¡Todos a la mesa!"
El
muchacho se sentó a la mesa y, como era costumbre, sus dos hermanos
y su hermana se estaban peleando por el sitio donde se querían
sentar, que como siempre todos querían el mismo. Cuando estaban
sentados en la mesa, Carlota, la madre de Román, sirvió la cena.
Los comensales no pusieron buena cara. ¿Después de estar todo el
día trabajando sin parar lo único que se llevarían a la boca era
sopa que ni siquiera tenía trozos de pan? Nadie dijo nada hasta que
la pequeña Matilde de tan solo cuatro años de edad chilló:
¡Madre, tengo hambre! En ese momento los ojos de la mujer se
llenaron de lágrimas.
-¿Por
qué llora madre?
El
padre percatándose de la inocencia de la niña le dijo:
-Es
que se ha acordado del ataque que sufrió Avilés cuando era niña.
Un día estaba en el mercado con sus padres vendiendo ganado y de
repente hubo un gran estruendo y todo el mundo empezó a correr .
Vuestra madre, que, por aquel entonces tenía 5 años, se asustó
mucho y empezó a llorar, no encontraba ni a sus padres ni hermanos
por ninguna parte. En aquella algarabía era imposible que nadie te
oyera por más que chillases y no paró hasta que sus padres la
encontraron y le dijeron "ya estás a salvo, tranquila, todo ha
pasado" . Entonces se acuerda de sus pobres padres y llora.
Venga y ahora a dormir que ya está oscureciendo, tendríais que
estar dormidos hace rato.
Nada
más echarse en la cama Román se quedó dormido, aunque las patadas
de sus hermanos de vez en cuando le despertaban pero se volvía a
quedar traspuesto enseguida. Tal vez debía hablar con su padre para
que le explicase para qué servía la muralla porque él aún no lo
entendía muy bien, aunque tal vez no estaría mal construir una
muralla…
Clara
(13 años) , año 1813
-Señorita
Clara, ¿Podría decirme la solución de este problema?
Clara
miraba a la pizarra sin saber qué decir. Si contestaba mal le
darían una azotaina y si no contestaba estaba en las mismas.
-Es
que no estaba atenta.
-¿Qué
le pasa esta semana? La noto muy distraída.
-Nada,
yo estoy bien.
-Ya
puede ir pensando porque a la salida me lo contará. Y haga el favor
de estar atenta lo que queda de clase.
-Sí,
señor.
Al
terminar la clase el maestro dijo:
-Pueden
irse, que tengan un buen día. Clara quédese aquí, tengo que hablar
con usted.
Cuando
todos los niños se fueron Clara se aproximó a la mesa del maestro.
-Coja
una silla, siéntese a mi lado y cuénteme. ¿Qué le ocurre esta
semana? Siempre ha sido una alumna ejemplar, pero lleva unos días
muy distraída.
-Me
he enterado de que van a demoler la muralla.
-Sí,
es verdad pero el alcalde Luis Folgueras Hevia dice que favorecerá
mucho a la villa derribar la muralla tanto en el comercio como en el
transporte.
-¿Sí?,
pues usted mismo nos dijo que la muralla había sido levantada en el
Medioevo para protegerse de los ataques y tal vez también para
mejorar el comercio además de ser parte de la historia de Avilés.
¿Por qué ahora la derriban? No me coge en la cabeza.
-Pero
una niña de trece años no tiene porque estar preocupada por la
destrucción de la muralla. ¿Qué hace que sea tan especial para
usted?
-Desde
que tengo memoria mis amigos y yo nos colábamos en la muralla y
subíamos a las almenas a jugar al escondite, a las guerras o
simplemente mirábamos el bello paisaje, hasta que un día nos
encontraron subiendo a la muralla y nos dijeron que no volviésemos
que la muralla iba a ser demolida dentro de poco y por eso estoy tan
triste. No paro de pensar en cómo será mi vida sin la muralla.
-No
pasa nada, siempre le quedará el recuerdo y ahora vayase a casa y
piense en lo que le he dicho.
Aquella
noche Clara pensó en su conversación con el maestro y pensó que
tenía razón, seguro que encontraba un lugar mejor para divertirse
con todos sus amigos. Todos los sentimientos de Clara hacia la
muralla se desvanecieron con sus últimos escombros.
En
mi opinión no tendrían que haber derribado parte la mayor parte de
la muralla porque empobrece una villa que en esta época consumista
podría ser Patrimonio de la Humanidad y además favorecer a Avilés
cultural y socialmente. Además de esto podría tener mucho más
éxito turístico.
MI
VIDA EN
CUATRO
LÍNEAS
Nací en un pequeño pueblo de Extremadura, viví allí con mi
familia durante cuatro años, lo tenía todo, me consideraba un niño
feliz, a pesar de que pasábamos muchos apuros económicos. Padre
trabajaba en el campo, de sol a sol, sin descanso, y encima estaba
muy mal pagado. Madre trabajaba en las tareas domésticas y cuidaba
de mí y de mis seis hermanos, yo era el más pequeño. Un día,
cuando llegué a casa de jugar en la calle con mis amigos, madre
estaba muy apurada preparando las maletas, pero como yo todavía era
muy pequeño, pensé que era un juego y no le di más importancia,
hasta que al día siguiente padre nos reunió a mí y a mis hermanos
en una diminuta sala que madre usaba para coser y sacarse unas
cuantas pesetas, toda aportación económica era buena. Padre nos
dijo que debido a nuestra mala situación económica, tendríamos que
irnos a Avilés para empezar una nueva vida puesto que allí las
expectativas de trabajo eran mayores, porque se acababa de abrir una
nueva fábrica de altos hornos en la que se fabricaba acero, y parece
que habría trabajo para todos. Nos hospedaríamos unos días en casa
de nuestros tíos Gerardo y Rosalía, y sus cinco hijos: Antonio,
Manolito, Encarna, Rafael y María. Permaneceríamos allí algunos
meses, hasta que padre encontrara alguna casa que no se saliera de
nuestro presupuesto mensual.
Poco
tiempo después de llegar a Avilés, padre consiguió un trabajo en
Ensidesa, ganaba un poco más que antes, pero trabajaba en mejores
condiciones y con más calidad de vida, por otro lado el futuro para
nosotros era mejor que en Extremadura. Avilés estaba bastante bien,
pero no tan bien como nuestro pueblo, el cielo no era azul sino que
era negro debido a los humos que expulsaban las fábricas en las que
trabajaba padre, era una ciudad tranquila, pero no más que el campo
que rodeaba mi casa y en el que me pasaba todas la tardes jugando con
mis hermanos. En cambio Avilés tenía otras muchas cosas que en el
pueblo no había, tenía mar, cosa que nunca antes había visto,
también había más gente que, como nosotros, había venido a Avilés
en busca de una vida mejor.
Un
año después de nuestra llegada a Avilés, el tío Gerardo cae
enfermo y muere al poco, por lo que mi tía Rosalía y sus cinco
hijos vuelven al pueblo para que la madre de ésta le ayude con sus
hijos. Nos ceden su casa, a partir del día en el que la tía Rosalía
se vuelve al pueblo, nuestra situación económica empieza a mejorar
puesto que ya padre no tendrá que buscar un nuevo hogar y afrontar
su pago y todo lo que una casa conlleva.
Tras
la muerte de madre, la calidad de vida de padre empieza a descender
hasta que este cae enfermo, pero logra recuperarse y seguir
trabajando con la misma o más vitalidad con la que afrontaba su
trabajo. Poco después uno de los jefes de padre muere y entonces sus
superiores deciden ascenderlo debido a la buena labor que realiza
cada día en su puesto de trabajo. A partir de ese momento gana lo
suficiente como para darnos a los siete la vida que merecemos y que
durante tantos años hemos estado buscando.
A
los veintitrés años consigo sacarme la carrera de magisterio y
empiezo a ejercer como profesor en una pequeña escuela de la
localidad avilesina. Poco después padre fallece y mis hermanos y yo
nos empezamos a separar.
Hoy,
60 años después de eso, tengo mujer y dos hijos, también tengo
varios nietos a los que ya les he contado varias veces esta historia.
Mi nieto mayor, Jorge, que tiene 13 años, me ha preguntado que si yo
he sido feliz en mi vida, y yo le he contestado todas las veces que
sí, porque no hay nada que me haga más feliz que tener al lado a mi
familia. Es cierto que cuando padre murió, perdí la relación con
todos mis hermanos, pero ahora, aunque cuatro de ellos hayan
fallecido, guardo muy buena relación con los otros dos, porque la
familia es lo mejor.
Ahora soy el dueño de la cadena de patatas Sedano, patatas que
siembran mis primos en el pueblo y que las envían aquí para que
extienda el negocio familiar que nos da nombre: SEDANO.
Tengo
que darles las gracias a Avilés y a toda esa buena gente que ha
estado apoyando a mi familia en esos momentos tan duros, yo no solo
soy extremeño, soy también AVILESINO.
Ana Belén Sújar 1º D
Palabras
y mentiras
Miriam
tiene 13 años y vive en Avilés con su familia adinerada, en la
calle José Manuel Pedregal, en una mansión azul y que tiene a su
alrededor una gran extensión de prado. Su familia nunca tiene tiempo
para poder atenderla, está ocupada en otros asuntos como asistir a
reuniones, ir a grandes fiestas, atender a sus negocios…
Miriam,
a pesar de todo el dinero que tiene, no es feliz y siempre está
triste, sus padres nunca la atienden; nunca sale con ellos, no va de
vacaciones con ellos, y nunca cenan juntos, como una familia normal.
Además en el instituto no tiene amigos, no es muy sociable y,
encima, siente un gran vacío que no quiera hablar con nadie.
Son
las doce y media de la noche, Miriam está en la cama y no puede
dormir. Piensa que está cansada de vivir de esta manera, que, para
vivir así, prefiere no vivir y decide que al día siguiente, cuando
se levante, se tirará por la ventana del desván de su lujosa casa.
Ya
es por la mañana y suena el despertador para ir a clase, pero Miriam
tiene otros planes. Sube al desván y mira por la terraza, pero está
demasiada alta para poder ver las vistas y ahí suicidarse; entonces
decide buscar unos libros para subirse a la valla de la terraza. En
el desván hay un montón de libros viejos en los altos estantes,
entonces coge un montón de ellos y ¡Uy se ha caído un pequeño
libro! Miriam, coge “el libro” y ve en el título:”Libro de
familia”, y, por curiosidad, abre el libro y ve el nombre de una
mujer, que se llama “María Río Blanco”; Miriam sigue leyendo y
ve su fecha de nacimiento, y más abajo pone: “viuda de Alberto
Romero Techa”; ella sigue pasando hojas y en una de ellas se para,
porque pone “primer hijo/hija” y ella lee “Miriam Romero Río”,
también lee su fecha de nacimiento 2/5/2000. En ese momento, a ella
le late el corazón muy deprisa y en ese instante piensa:
- ¿Seré
adoptada, esa se llama como yo, ha nacido el mismo día y el mismo
año que yo?. En cuanto lleguen mis padres exigiré una respuesta.
¿Por qué sino tendrían este libro? Ella pensaba una y otra vez.
Dos
horas después, “su madre” llega a casa y se pone a leer cartas e
invitaciones a fiestas y Miriam le dice:
-
Mamá es que, esta mañana he subido al desván y…
-
Miriam, ahora no tengo tiempo, vete a hacer otra cosa.
-
No, mamá necesito hablar contigo.
-
¿Qué quieres?
-
Esta mañana he subido al desván y he encontrado un libro de
familia, en el que figuraba el nombre de una mujer desconocida, que
estaba viuda y tenía una hija que se llamaba como yo y que nació el
mismo día y el mismo año que yo, ¿por qué tú tienes ese libro?
-
Miriam, no sé de qué me estás hablando, an, an, anda… vete a tu
habitación.
Miriam,
mosqueada, subió al desván de nuevo, cogió el libro y se lo enseñó
a “su madre”.
-
Mira el libro, mamá, si me tienes que contar algo, no me mientas.
-
Bueno, Miriam, cuando naciste, tu madre -que se llamaba María- era
demasiado pobre. Yo era su mejor amiga y lo menos que pude hacer por
ella fue acogerte a ti y le dije que se fuera a otro país para que
pudiera trabajar y ganar dinero y después, cuando ya lo tuviera,
poder venir a Avilés y poder estar contigo. Así que ella se fue con
tu padre, Alberto, a un país de Asia. Pero en el viaje a tu padre le
dio un ataque al corazón y falleció. Tu madre, pese a que estaba
muy triste, siguió su camino a Asia, y allí llegó a Islamabad.
Desde allí, me envió una carta, diciéndome que había llegado
bien, pero que era un lugar un poco extraño y unos hombres la habían
obligado a llevar un velo en la cabeza llamado burka. Ella también
dijo que no enviaría más cartas y que me deshiciera de ésta, para
que tú nunca la vieras. Tu madre no quería que supieras que fuiste
adoptada por nosotros.
Estas
últimas palabras le perturbaron a Miriam su cabeza, así que cogió
el libro y, sin decir una palabra, se fue para su habitación.
Esa
misma noche, tomó otra gran decisión, mañana se iría a Pakistán,
para conocer y ver a su verdadera madre.
Al
día siguiente por la mañana hace su maleta, con todas sus cosas, y
coge todo su dinero, que era mucho, y también un papel en el que
escribe a sus “expadres”:
“Muchas gracias por haberme mantenido estos 13 años,
pero he decidido irme a buscar a mi madre biológica,
que es donde creo que debo estar.”
Un gran abrazo
Miriam.”
Miriam
va entonces al aeropuerto, y le dice a una chica del mostrador de
embarque:
-Perdona, quería un
vuelo urgente a Islamabad, la capital de Pakistán
-Cielo, tengo uno
libre, pero cuesta 1069 €.
-No importa, tengo
30.000 €, ¿pero será directo, no?
-Si, por supuesto;
pues entonces son 1069 €
-Aquí tiene.
Miriam
iba dirección a un nuevo mundo, se iba a Pakistán.
Cuando
llega al aeropuerto de Pakistán y piensa con su inocente cabeza:
¡Qué raro, a ninguna mujer se le ve el pelo, algunas se le ven sólo
los ojos!. Nada, serán las modas…
Llama
a un taxi que hay por ahí y le dice que la lleve a la policía de
Islamabad; el taxista así lo hace. Y cuando llega a la policía
mantiene allí la siguiente conversación:
-Perdonad, soy
Miriam, me podéis decir dónde vive la española María Río
Blanco.
-Si, claro, pero
tendrá que esperar unos minutos.
-De acuerdo.
-Vive en la calle
Afglastán Maraha nº 63
-Muchas gracias,
adiós
Con
el corazón alterado Miriam pregunta a una señora mayor dónde está
la calle que le dio el policía. La señora le dice que vaya todo
recto durante dos kilómetros y luego gire a la derecha. Miriam sigue
las indicaciones. Y cuando se supone que ha llegado, le vuelve a
preguntar a una chica joven, más o menos de su misma edad y que
lleva una especie de velo en el pelo y Miriam le dice, “¿Cuál es
el número 63 de esta calle?”. La chica del velo le dice que está
a su izquierda, y entonces ella sigue a su izquierda y ve el número
63. Miriam estaba muy nerviosa, ¡por fin iba a conocer a su
verdadera madre!. Llama a la puerta y la abre una señora de mediana
edad, muy bella, a la que no se le ve el pelo. Miriam, impaciente, le
dice:
-Hola, buenas tardes,
¿es usted María Río Blanco?, yo soy Miriam, su hija.
-Miriam, ¿eres tú?
-Si, mamá soy yo.
Las
dos se abrazan, emocionadas, fuertemente y Miriam entra en su casa.
La niña le cuenta toda su triste historia y la madre le dice:
-Miriam, hoy es el
mejor día de mi vida, hacía 13 años que no te veía y por fin
puedo tocarte. Pero aquí no estás segura, los hombres son unos
machistas y te obligarán a casarte ahora y encima con hombres de 50
años. Y tendrás que ponerte un “burka”. Lo mejor será que te
vayas, no quiero que sufras más, quiero que seas feliz.
Pero
Miriam le contesta:
-Mamá, contigo
siempre seré feliz.
La
madre le da otro fuerte gran abrazo y las dos deciden que se van a
adaptar a las condiciones de vida de Pakistán.
Paula
López Peñín 1ºA ESO IES Nº 5 de Avilés
Una de Piratas
La ciudad de Avilés amanecía con un sol resplandeciente en el horizonte; Avilés es una pequeña ciudad en el norte de Asturias, que tiene muchos parques y monumentos, entre los más conocidos la escultura de tres picos hechos con acero y efecto óxido que está cerca del muelle. Una mañana de 1568 Pedro se disponía a salir al mercado, que está en la llamada calle de la Fruta, cerca de un gran ayuntamiento con columnas de piedra y banderas en lo más alto, además de un gran reloj de arena. Pedro quería comprar unos alimentos para la semana que se avecinaba, pero justo a la mitad del camino se empezaron a oír cañonazos y gritos; este era el momento que Pedro tanto odiaba: cuando los piratas bombardeaban la ciudad con sus temibles barcos. Esto mismo le sucedió a Pedro el día siguiente, pero ya estaba harto y entonces decidió subirse a uno de esos barcos que paran a por víveres. Y así lo hizo, subió a bordo cuando el capitán estaba dando un discurso y se metió en la bodega; era un día con niebla y por lo tanto nadie lo vio, y así nuestro intrépido Pedro se lanzó a vivir las aventuras con los piratas.
Así estuvo, escondido, cinco largos años; en aquella bodega de donde salía de vez en cuando, cuando nadie miraba, para coger alimentos. Pero, sin embargo, a él esos cinco años le pasaron como si fuera uno. Hasta que un día, mientras dormía, los piratas se vieron obligados a entrar en batalla y una bola de cañón perdida impactó en barco y Pedro se vio obligado a saltar al mar para salvar su vida. Cuando pudo volvió a subir a la cubierta y saltó en uno de los botes salvavidas, entonces soltó la cuerda que lo sujetaba y se puso a remar durante días.
Una vez sano y salvo, consiguió llegar a Avilés y allí contó a toda la gente lo que le había pasado a lo largo de aquellos cinco años. Por ejemplo, les dijo que en su viaje a través del mar no había estado solo porque había atraído a una foca que posteriormente se hizo muy famosa en Avilés; también descubrió -por suerte más que por otra cosa- una isla en la que pasó dos años porque en ella tenía comida y cómo había vivido dos años con una tribu de indígenas que le enseñaron, entre otras cosas, a cazar.
Y aquí se acaban las aventuras de Pedro, a quien, cuando hacía un año de su regreso a Avilés, la suerte le sonrió y se casó con Cristina, con la que tuvo tres hijos con los que fueron muy felices.
Roberto Varea Quintana 1º C ESO IES N º 5 de Avilés