jueves, 26 de marzo de 2015

LOS INVITADOS DE BLANCA


Ella solo era una niña, pero cuando tuvimos esa pelea…no sabía que iba a desaparecer en el bosque. Solo quería que estuviera a salvo de lo que había ahí.

Mi marido y yo decidimos mandar a tres soldados para que fueran a buscarla. Solo volvió uno de ellos con magulladuras de todo tipo y nos dio la terrible noticia de que había visto a una chica joven asomada a la ventana de una casa enana. Cuando el hombre se dirigió a ella, el miedo se iba apoderando de su cara, y, de repente, algo apareció detrás de ella y la arrastró por los pelos hacia adentro. 

Decidí ir yo misma a por mi ahijada, me negaba a que Blanca pasara un minuto más en ese bosque. Subí a mi caballo con un caparazón de hierro y me dirigí al bosque. Cada paso que daba el caballo me iba transmitiendo una sensación de inseguridad. De repente vi una casita que parecía muy inofensiva. Era tan pequeña que me recordó a cuando conocí a Blanca. 

La primera vez que la vi supe enseguida que nos llevaríamos muy bien. Ella estaba en una casita pequeña en el jardín con siete muñecos que decía que eran sus invitados. Era igual que la casa del bosque.

Me bajé del caballo y me dispuse a entrar en la casa. Agarré el pomo de la puerta temblorosamente girándolo poco a poco hasta que sonó un “clack” y empujé la puerta con todas mis fuerzas sin saber lo que me encontraría dentro y de repente…nada, no había nada. Eran cuatro paredes y al fondo unas escaleras cuando de repente se oyó un grito que parecía venir de arriba y un río de sangre descendió por las escaleras. Fui lentamente hacia ellas con miedo de lo que me podía encontrar en el siguiente piso. Seguí la sangre que discurría peldaño a peldaño y asomé mi cabeza. Me quedé asombrada, estaba ahí, tan cerca de mí, dormida en la cama como si no hubiera pasado nada y con una manzana en la mano. Me dirigí a ella con una gran sensación de felicidad que inundaba mi cuerpo. La desperté y la abracé, ella se quedó sin palabras y después cuando se tranquilizó me dijo llena de lágrimas: “Mamá,  tenemos que irnos, si no van a volver”. Yo quedé asombrada con esa frase y le pregunté: “¿Quiénes van a venir?”Y ella inmediatamente me contestó: “Mis invitados”. 

 De repente esa felicidad se esfumó en un segundo y me poseyó el miedo, no quería que esos “invitados” le hicieran más daño a Blanca. La cogí de la mano y le dije que subiera al caballo rápidamente. Cuando subí, ella me agarró fuertemente por la cintura. El caballo iba galopando con todas sus fuerzas. Entonces una especie de monos desfigurados nos empezaron a seguir. Me pareció que eran un montón, creo que eran siete pero no me paré a contarlos porque nos querían matar. Por fin salimos del bosque y ellos se detuvieron en ese muro de árboles. Gracias a Dios ya estábamos a salvo, ya podíamos ser felices en nuestra casa.


                                                                     Ana Martín    1º ESO D


LA VERDADERA HISTORIA DE LA CENICIENTA


Éramos tan felices mi madre, mi hermana y yo que cuando vino él todo se volvió demasiado extraño. Mamá, que era una buena persona, honesta, agradable, simpática y generosa, apreciada en todo el reino, ya no era la misma.

Todo comenzó cuando se casó con él, el futuro rey del reino, el príncipe. Eran muy felices y nosotras también lo éramos. Vivíamos en el palacio, que poseía hermosos jardines y acogedoras habitaciones. Todo era perfecto hasta que llegó su padre, proveniente de un largo viaje a través de los seis reinos. Pero cuando vio que su hijo se había casado con una simple campesina, muy agradable pero no de la realeza ni hija de ningún noble, se enfadó tanto que les obligó a no volver a verse y a que todo el mundo hiciese como si nada hubiese pasado.

Nuestra pobre madre nos prometió que seríamos felices con o sin él. Y tramó un plan. Pero su ira se desató cuando se enteró de que el rey había muerto, no sin antes prometer a su hijo con una hermosa princesa del cuarto reino. Y su plan, que ya era disparatado de por sí, ahora era maléfico y perjudicial para nosotras y para ciertas personas honestas. Se volvió la mujer más detestada de todo la ciudad y nadie quería estar con ella.

Pero había un noble que estaba buscando esposa y nuestra madre lo sabía. Además, sus días se le agotaban pues tenía una grave enfermedad y quería casarse para que su futura mujer heredara sus títulos y tierras. Pero mamá no lo quería, solo era parte de su plan. Era perfecto, cuando él muriera, heredaría el título y sus hijas tendrían derecho a casarse con el hijo de su primer amor, el que era ahora el rey.

Pero no contaba con una cosa, la hija del noble. Una dulce muchacha muy bella con unos rasgos muy finos y delicados que la hacían más especial todavía. Y claro, si ya dos hijas eran muchas,  imaginaos tres. Cuando murió nuestro padrastro, mamá sabía que ella era un estorbo y le hizo lo imposible para que no tuviese derecho a casarse con el príncipe. 

Y cómo no, todo se torció, nuestra hermanastra acabó casándose con el príncipe y nosotras destinadas a limpiar el castillo. Pero menos mal que tú, Cenicienta, fuiste muy buena con nosotras…

Yo no quería esto, pero esto es lo que ocurrió. Pero no se puede cambiar el pasado, ¿no?

Con esta carta, querida Cenicienta, quería  pedirte perdón. 

              

                                                                  Yo, Anastasia.


                                                 SARA DEL VIGO     1º ESO D

                                             



HANS Y GRETA

Hace muchos años en  un bosque, un padre abandonó a sus hijos, Hans y Greta. Ellos pensaban que más tarde regresaría pero no fue así. Comenzaron a caminar y a caminar por el frondoso bosque. A Greta le sonaban las tripas como si tuviera un dragón ahí dentro así que fueron en busca de comida.

Finalmente, llegaron a una casita hecha de sabrosos dulces  y golosinas. El tejado estaba hecho de algodón de azúcar y nata, las paredes de bastones de Navidad, las ventanas estaban rodeadas de regaliz y la puerta era de chocolate. Los niños no se pudieron resistir y empezaron a zampar aquellos deliciosos dulces. 

De repente, de aquella casita salió una anciana con bastantes arrugas y con una nariz puntiaguda. Hans y Greta se asustaron al verla. La amable señora los vio allí solos y les ofreció entrar. Ellos dudaron qué hacer ya que aquella señora les parecía sospechosa, creían que era una bruja. Al final accedieron a entrar porque hacía mucho frío.

Cuando se hizo de noche, los niños hicieron un plan para deshacerse de aquella anciana, la cual creían que era una bruja. Como la señora estaba muy débil, los niños la encerraron en una habitación. Cada día le daban kilos y kilos de comida para que engordase y finalmente se la comerían cuando estuviese bien regordeta.

Un buen día, cuando la señora ya se había puesto fuerte, Hans y Greta la soltaron y la condujeron a la chimenea. Greta le dio un fuerte empujón y salió disparada hacia su interior. La anciana comenzó a trepar por ella y consiguió llegar al tejado de la casa porque ya estaba muy fuerte y ágil.

Hans y Greta contaron todo lo que había pasado pero modificando lo sucedido hasta que acabó en la historia que ahora conocemos.

                                                Sara Aragón      1º ESO D



LAS JUDÍAS DE LOS GIGANTES

Érase una vez unos gigantes solitarios que vivían en las nubes, literalmente. Un día, los gigantes sintieron un temblor que venía de debajo de las nubes y vieron una enorme planta de judías que crecía bajo el cielo. Estaban emocionados, pues hacía mucho tiempo que pensaron qué podía haber debajo de aquellas montañas de vapor y deseaban saberlo desde entonces.

Seguían mirando asombrados aquella inmensa planta cuando vieron aparecer a un niño de entre sus hojas. Sus rostros explotaron de felicidad al saber que no eran los únicos seres vivos del mundo y corrieron hasta la planta para invitar al muchacho a cenar, pero cuando él vio a los gigantes echó a correr y llegó hasta la casa, donde se escondió en la cocina y se armó con un palillo de dientes. 

Los gigantes llegaron diciendo: “Ven aquí, chico, solo queremos cenar contigo”. La giganta extendió la mano para darle al niño un papel donde explicaba sus propósitos, pero el chico pensó que lo iba a agarrar y le clavó el palillo de dientes en la mano y saltó por la ventana. El otro gigante, al ver a su compañera herida, explotó de rabia y empezó a descender por la planta para cenar niño a la barbacoa, pero se dio cuenta de que estaba talando la planta y, rápidamente, corrió hasta su casa.

Justo a tiempo volvió arriba, pero sabiendo que habían perdido una oportunidad de oro para vivir con otras personas, no volvieron a ser felices. Es más, ni con otra planta igual habrían bajado, pues era de esperar que el niño hubiera pregonado la historia, y no les apetecía descubrir el recibimiento que tendrían.

                                     PABLO FERNÁNDEZ    1º ESO D




BOBBY Y EL LOBO


Había una vez una niña llamada Bobby que vivía en el campo con su abuelo, llamado Dolores Fuertes de Barriga. 

Bobby iba todos los días al monte a dar de comer a los animales y a jugar un rato con ellos. Se le acercaban animales de todo tipo para comer.

Bobby tenía un defecto: era una mentirosa compulsiva. No paraba de mentir, y su abuelo Dolores nunca sabía si decía la verdad o no. Bobby tenía 10 hermanos, mayores y pequeños en comparación con ella. Sus padres murieron en un accidente de avión y no pudieron disfrutar de la infancia de su hija Bobby. Todos los hermanos de ella tenían alguna enfermedad y eran todos muy peculiares.

Ellos vivían en un campo con su abuela, porque sus abuelos estaban separados, y Bobby era la única que vivía con su abuelo.

Por el cumpleaños de Bobby, todos sus hermanos se pusieron de acuerdo para ir a visitarla y pasar el día con ella. Le regalaron un auyentamosquitos y un matanimales, por si las moscas.

Bobby no estaba muy contenta con sus regalos, pero tampoco le importaba mucho eso. Comieron todos juntos y charlaron, rieron, recordaron viejos momentos… Cuando terminaron de comer, su abuelo les dio permiso para ir al monte. Todos los hermanos cogieron algún tipo diferente de comida para dárselo a los animales del monte. Cuando ya estaban allí, cada uno se encargó de un animal.


De pronto, vinieron unas serpientes (anacondas, para especificar) y se comieron a todos los hermanos de Bobby, después de haberlos asfixiado. Una pitón se acercó a Bobby y la empezó a apretar fuertemente en el cuello, hasta dejarla sin respiración. Ésta se acordó de que sus hermanos le habían regalado un matanimales. No dudó en utilizarlo. Cuando escapó y quedó libre de la pitón, acudió velozmente a contarle lo ocurrido a su abuelo. Él no le dio importancia, porque pensó que era otra de sus repetidas mentiras. La abuela, en cambio, no supo nada más de sus queridos nietos.

                                           Ana  Shuye Rodríguez    1º ESO D


PETER PAN
(por Emma Shorter)

-Yo, el Capitán Garfio, humillado delante de todo Nunca Jamás por ese desdichado niñito de Peter Pan. 

Esa es la típica bronca de nuestro pérfido Capitán Garfio, hablando con su sirviente en su camarote.  

Todo empezó así:

Un día, mientras Garfio navegaba tranquilo pirateando por el Pacífico, vio relucir una estrella en el cielo. Tal fue la admiración que contenía Garfio que inventó un barco que tenía alas para poder volar, pero el plan no salió bien y una noche una luz bajó de esa estrella y capturó a nuestro capitán. El pobre Garfio quedó atrapado en Nunca Jamás y allí tuvo que buscarse otra tripulación y otro barco.

Mientras el capitán se lamentaba, vio a Peter Pan que, como ya sabéis, tanto odiaba, con una niñita a la que parecía darle mucha atención. Él planeó su venganza, pero, como os habrán contado, Peter ganó y la historia real sobre Garfio solo la sabe él y su sirviente porque para nuestro capitán también hay cosas duras, como recordar el daño que sufrió y que sufre todavía.  



EL SUEÑO DE RAPUNZEL 

En un pequeño reino vivía la princesa Rapunzel encerrada en una torre perdida.

Estaba presa en la torre, ya que su padre la había encerrado allí para que nadie la pudiera dañar, porque los reyes habían tenido una discusión con un primo suyo porque éste quería que su hijo se casase con Rapunzel, y así poder tener más tierras de su propiedad.

Rapunzel era una joven de cabello largo, del color del oro, de tez blanca y ojos verdes. No era una muchacha muy alta, de aproximadamente 1,60m, y estaba muy delgada. Era una chica segura y positiva, que siempre veía el lado positivo de las personas.

Como toda princesa, esperaba a que su príncipe la rescatara en el momento adecuado. Todos los días, cuando llegaba la puesta del sol, se imaginaba al hombre perfecto cabalgar por las lejanas tierras, con su gran corcel, en busca de su princesa.

Rapunzel siempre creía que llegaría la noche siguiente, pero cada día que pasaba y no aparecía, se desilusionaba más. A veces, pensaba que igual no había príncipe para ella, pero al poco tiempo volvía a pensar en aquel momento en que él subía por su cabello para rescatarla de aquella aburrida torre.

Pasaron dos años y cada vez se entristecía más. Para pasar el tiempo, le pidió a su padre que le trajera libros, para poder entretenerse mientras esperaba a ese príncipe con el que tanto soñaba.

Leyó varios libros sobre aventuras, que eran sus favoritos, y pensó que por qué ella no podía vivir lo que los personajes de esos cuentos vivían.

Un día, harta de esperar, decidió salir en busca de aventuras y emoción. Salió de aquella alta torre por una pequeña puerta que había encontrado escondida tras un armario. Para el viaje llevó un vestido, una capa y una cesta en la que en su interior había un cepillo, tres manzanas, una naranja, un trozo de pan y un poco de pollo asado que le había sobrado del día anterior. Pensó que igual también necesitaba algún arma que la pudiera proteger del peligro inimaginable que le podría esperar.

Recorrió un largo camino hasta llegar a un pequeño prado donde se encontraba un caballo negro. Poco a poco, se acercó con mucho cuidado, y al ver que el caballo era manso, se montó en él.

Le costó un poco dirigirlo, pero en cuanto le pilló el tranquillo empezó a cabalgar.

Al llegar la noche, se refugió en un bosque protegido por los árboles, donde pasó la noche y, al amanecer, volvió a subirse al caballo. Trotó hasta llegar a un pequeño pueblo donde habitaban muchos campesinos del reino. Lo que Rapunzel no sabía es que en aquellos momentos un apuesto príncipe llegaba a aquella torre que ella había abandonado.

Cuando el muchacho llegó, le pidió a Rapunzel que lanzara su melena  para que pudiera subir, pero nadie contestó, ni lanzó la cabellera. El joven se asustó al ver que no había nadie, y se fue rápidamente hasta el castillo del Rey, donde le contó lo que le pasaba. El Rey ordenó a toda su tropa y al príncipe que la encontraran rápidamente.

Todos los caballeros cabalgaron hacia extensos bosques, montañas y pequeñas ciudades. Miraron en todos los rincones, en todas las esquinas y en todos los lugares, pero no había rastro de ella.

Tras varios meses de búsqueda los caballeros se rindieron, pero no el príncipe, que siguió buscando por todos los lugares existentes.

Un día, cuando iba a dejar por imposible el encontrarla, pasó por un pequeño pueblo de campesinos, donde preguntó si la habían visto. Allí le describieron a una chica cuyas características correspondían con las de Rapunzel. Además le dijeron que se había ido en busca de aventuras hacia el río que atravesaba la ciudad. En cuanto acabó de hablar con los ciudadanos, se dirigió en busca de su princesa.

Poco después de una hora llegó a aquel río donde se encontraba una joven con una larga cabellera, corriendo y saltando alegremente.

Cuando iba a pasar el puente que atravesaba el río, éste se derrumbó, dejando caer al príncipe en las fuertes aguas del río. El caballero asustado empezó a gritar para que Rapunzel le oyera y le rescatara.

En cuanto la muchacha le oyó, le rescató. Rapunzel se dio cuenta de que era aquel hombre tan esperado con el que tanto soñaba. Él le preguntó que por qué se había escapado de la torre, y ella le respondió que porque creyó que él no vendría nunca, además quería poder vivir aventuras estando al aire libre y no en aquella torre.

A partir de ese momento, los dos vivieron felices recorriendo el mundo en busca de aventuras.


                                                                   Inés Gómez   1º ESO B



LAS TRES LECHUGAS
BASADO EN UNA HISTORIA REAL

Érase una vez, en un Alimerka muy lejano, vivían tres lechugas en la sección de frutería. El mayor de los hermanos se llamaba Willy, el mediano Ralph y el menor de todos se llamaba Tony la lechuga.

Un buen día decidieron hacerse una casa para protegerse de Steven el vegetariano, que iba todos los días a comer lechugas.

Ralph decidió hacer la casa sobre la caja de lechugas, pero la dejó a medio hacer (sin paredes ni tejado) porque se distrajo persiguiendo mariposas, Willy no hizo su casa porque estuvo riñendo a Ralph por no hacer su casa, pero Tony la lechuga no tenía otra cosa que hacer ya que todo el mundo le marginaba o le pegaba porque le gustaba la ensalada.

Al cabo de un rato llegó Steven a la hora de todos los días. Willy y Ralph se intentaron esconder en la casa de Ralph, pero cuando Steven les cogió se dieron cuenta de que era mala idea intentar esconderse en una casa sin paredes ni tejado. Cuando fue a por Tony la lechuga, este se metió en su casa y llamó a Javi el tomate para que lo ayudara.

Cuando Javi llegó, era demasiado tarde y Steven se iba a comer a Tony la lechuga, no sabía qué hacer. Entonces gritó:

-¡ Fuera de aquí, gigante comelechugas!

Steven dejó a Tony la lechuga y se fue corriendo, pensando que estaba loco porque había oído hablar a un tomate y no se supo nada más de él, ni de Ralph ni de Willy. 

                                      David Martínez   1º ESO B




LOS 7 CABRITILLOS Y SU FACTURA BRUTAL


En un día en el que brillaba el radiante sol unos, 7 cabritillos y una madre vivían en una humilde morada. Una mañana Paqui, su madre, se fue a un recado y los jóvenes cabritillos se quedaron allí jugando a la PSP.

Unos momentos después un lobo (cartero) traía la carta de la factura de la luz y como los cabritillos eran muy listos, no abrieron para no pagar aquella factura tan cara. El lobo insistió e insistió pero los jóvenes cabritillos no le dejaron entrar. Cuando  uno de los ellos pensó que se había ido, los demás empezaron a jugar. Del barullo el lobo regresó y volvió a llamar a la puerta de su morada. Esta vez los cabritillos le pusieron una prueba: 

-Te dejamos entrar si nos prometes que no pagamos esa factura.

El lobo pensó unos minutos con su gran cabeza…Después exclamó:

-Esta bien pero dejadme pasar y después hablamos.

Los cabritillos pensaron y Mocho, el más listo, admitió la petición del lobo. Cuando el lobo pasó vestido con su uniforme color azul de cartero, los cabritillos se asustaron y empujaron a Mocho para que negociaran con aquel enorme lobo. Al momento, Mocho y el cartero debatieron lo que debían hacer con aquella factura. Los demás cabritillos mientras cuchicheaban asustados de lo que estaban hablando. Uno de ellos se arrimó adonde se encontraban los debatientes, y preguntó:

          -¿Habéis acabado ya?

Mocho, su hermano, le cogió de los cuernos y le lanzó contra la pared. El joven cabritillo, mareado, tras haber recibido tal golpe preguntó de nuevo:

-Eso es un sí, ¿no?

Esta vez, Mocho pasó de él. Sus hermanos gritaron a coro:

-¡¡¡¡CUÁNTA VIOLENCIA!!!!

Unos instantes después los debatientes (Mocho y el lobo) terminaron. El lobo anunció:

  -Y la decisión es…

El lobo cogió rápidamente el dinero de la casa y se marchó corriendo colina arriba. Los cabritillos paralizados observaron cómo su dinero se iba corriendo en manos de aquel traidor lobo. Instantes después llegó Paqui, su madre, del recado y ella observó a sus hijos paralizados. Les preguntó qué les había pasado. Ellos contestaron al unísono:

-El gran lobo nos ha robado el dinero. 

  Paqui, enfadada, cogió un par de sartenes, una en cada mano, y con una voz muy decidida les dijo a sus hijos:

-Volveré.

Paqui fue en busca del lobo e instantes después lo encontró. Estaba en el banco invirtiendo el dinero perteneciente a los cabritillos. Paqui abrió la puerta y el lobo se dio la vuelta, instantáneamente el lobo la reconoció, era su suegra. El lobo le preguntó:

- ¿Qué quieres, suegra?

Paqui, enfadada, respondió:

-Dame el dinero que le robaste a mis hijos.

El lobo, asustado por su suegra, se lo dio. Y esta lo cogió y se fue a su casa. Cuando llegó, sus hijos la esperaban con la cena hecha. 

                                                   Virginia Mata     1º ESO B





LOS TRES CERDITOS CONSTRUCTORES


Había una vez tres cerditos a los que les gustaba mucho, ya desde pequeños, construir. Ellos deseaban de mayores ser constructores de casas, es decir, albañiles, y cada uno ser mejor que otro.

Varios años después mientras discutían quién iba a ser mejor albañil vieron a lo lejos un  cartel que decía que se buscaba un albañil. Los cerditos al ver esto se empezaron a pelear para ver quién se quedaba con el trabajo y como no llegaban a un acuerdo llamaron todos a la vez al jefe para el que iban a trabajar, que les dijo que harían un concurso en el que cada uno haría su propia casa. Los cerditos aceptaron.

Cuando llegó el día del concurso, el jefe, que al parecer era un lobo (algo extraño porque eran cerditos), les explicó cuáles eran las normas del concurso, que eran estas:

Primero, cada uno construiría su propia casa, y tenían que ser diferentes.
La segunda, tendrían que tener un interior confortable.
La tercera, las casa tendrían que estar listas al día siguiente.
Y la última, si las casas no eran de su agrado soplaría y soplaría para derrumbarlas.

Después de que dijera las reglas, los cerditos echaron una piedra, papel o tijera para elegir los materiales. Al primer cerdito le tocó hacer la casa de paja, al segundo de madera y al tercero de cemento.

Comenzaron a construir. Para lo  noche ya tenían toda la estructura hecha. Se fueron a la cama discutiendo, como era habitual en ellos,  de que uno ganaría el concurso y el otro perdería y así.

Al día siguiente estaban acabando de acomodar las casas cuando llegó el lobo. Iba a empezar la selección de las casas y con ellos los obreros.

Empezaron por la casa del primer cerdito, Ramoncito. Era de paja, tenía forma de tienda de campaña y el interior era bastante confortable. Pero al lobote le pareció que el interior estaba demasiado lleno. Con lo cual como para el lobo no era de su agrado la derrumbó de un soplido.

La segunda casa era de madera y estaba hecha por el segundo cerdito, Josecito. El interior era también confortable. Pero al lobo le pareció que no era suficiente y sopló y volvió a soplar hasta que la tiró.

Por último le tocaba a Manolito, el último cerdito. Él la había hecho de cemento y era muy pero que muy resistente y muy confortable. Al lobo le pareció interesante. Pero aun así no le pareció demasiado, así que la derrumbó de tres soplidos.

Los cerditos se llevaban bastante mal, pero a la hora de  hacer travesuras se llevaban muy bien, como es normal en todos los hermanos. Empezaron a tramar su plan. El plan era el siguiente: se harían pasar por buenos albañiles. Uno construiría una casa de cemento, otro haría el interior y otro se haría pasar por secretario como para “vender la casa”. La casa tenía además una azotea. 

Cuando llegó el lobo, le encantó y los cerditos lo invitaron a ver la azotea. Al lado estaba la chimenea, le acercaron hasta ella y lo arrojaron por ella en un abrir y cerrar de ojos. En el fondo de esta había una caldera hirviendo en la que cayó. Al lobo no se le ocurrió volver a pasar por allí y los cerditos crearon su propia empresa de construcción.



                                Nuria Martín Fernández    1º ESO B.